La Vanguardia

El ritmo de Bruno Mars electriza Barcelona

El intérprete estadounid­ense convoca a 54.000 personas en el Olímpic

- Donat Putx Barcelona

Casi 54.000 seguidores de Bruno Mars, según la organizaci­ón, asistieron anoche al concierto que el ídolo estadounid­ense ofreció en el Estadi Olímpic Lluís Companys. Se trata del segundo episodio barcelonés de su 24K Magic World Tour, gira que el mes de abril del pasado año agotó todas las entradas a la venta a su paso por el Palau Sant Jordi.

Nuestro protagonis­ta, nacido hace 32 años en Honolulu como Peter Gene Hernandez Jr., convocó a un público de todas las edades, aunque parecían mayoritari­os los espectador­es en la treintena, al tiempo que no era extraño ver a niños entre el respetable.

La actuación de ayer por la noche revalidó (una vez más) la buena marcha de la carrera de un músico que ha tomado gran impulso gracias a su tercer álbum, 24K Magic, que se alzó con tres Grammy en la última edición de estos galardones, entre ellos el de Álbum del año.

Fueron justamente temas de este trabajo –Finesse y el que da título al disco– los que descorchar­on la fiesta de anoche, con fuegos artificial­es… y también con 35 minutos de retraso, lo que disgustó a muchos, a tenor de los pitidos registrado­s mientras DJ Rashida iba amenizando la espera. En todo caso, Mars abrió la gala con nervio bailable y feliz, de observanci­a algo ochentera. Evoluciona­ndo en un escenario flanqueado por dos pantallas, y bien apuntalado por una efectivo equipo musical, prosiguió su andadura con Treasure, tema pertenecie­nte a su anterior álbum, Unorthodox jukebox (2012), que fue muy coreado en la pista. Ni que decir tiene que a estas alturas de la película todo malestar por el retraso estaba ya olvidado.

“Barcelona, you are beautiful”, saludó en los inicios de su concierto, vestido con la equipación oficial de los Dodgers y con una gorra por corona. Con el transcurri­r de los minutos, la entrega del público fue en aumento. La noche fue avanzando con otras muestras de su último disco como la vigorosa Perm, de negritud bien reforzada con metales. Entrando en aguas más tórridas, Bruno Mars agarró la guitarra eléctrica en Calling all my lovelies, donde fingió hablar por teléfono soltando un “te quiero mucho cariño” que luego también entonó con sus coristas. A renglón seguido caerían la vitaminada Chunky yla siempre bien acogida That’s what I like, desgranada justo antes de la karaokeada Versace on the floor.

En el tramo final, el hawaiano interpretó otros cañonazos de su trayectori­a como la romántica When I was your man –decorada con millares de móviles encendidos por todo el estadio–, o Locked out the heaven entre una gran lluvia de confetti. También Just the way your are –pieza con la que alcanzó su primer número uno– y ya como único bis de la noche Uptown funk,

en recuerdo de su antigua asociación con Mark Ronson

Tras el concierto, los más aguerridos partidario­s de Bruno Mars tenían la ocasión de seguir la fiesta en la discoteca Sutton, sede de un after party en el que, según se anunció, el propio artista interpreta­ría algunos de sus éxitos.

SE HIZO ESPERAR

El hawaiano comenzó el concierto con fuegos artificial­es y 35 minutos de retraso

COMUNIÓN CON EL PÚBLICO “Barcelona, you are beautiful” fue el saludo de la estrella a un público de treintañer­os

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FLORENT DECHARD La organizaci­ón no dejó hacer fotos de Bruno Mars y tampoco quiso distribuir ninguna del recital de ayer en el Olímpic; sólo facilitó esta de Tokio
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