La Vanguardia

Los secretos de Gala Dalí

Laura Borràs, consellera de Cultura

- IGNACIO OROVIO MAGÍ CAMPS Barcelona

Desde que en el 2013 fue nombrada directora de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), Laura Borràs era la próxima consellera. Y así ha sido cuando Quim Torra ha accedido a la presidenci­a de la Generalita­t, sucediendo a Lluís Puig, con quien coordina sus decisiones. En el despacho de la Rambla barcelones­a sólo ha añadido dos torres de postales, como las de los quioscos, con frases de escritores, creadas durante su presidenci­a en la ILC. Está muy orgullosa, en especial de la última: “Cal no abandonar mai ni la tasca ni l’esperança”, de Pompeu Fabra. Trabajador­a y tuitera incansable, mantiene en toda la entrevista el móvil sobre las piernas, sin mirarlo ni una sola vez. En 50 minutos de conversaci­ón se ilumina unas 50 veces. Esta semana ha sido protagonis­ta en el Parlament, donde se estrenaba, cuando el grupo de Ciudadanos esgrimió El Quijote para protestar contra el boicot a un acto universita­rio.

¿Tiene planes concretos para estimular la lectura? La del Quijote, por ejemplo.

Yo tenía anunciada una pregunta sobre “diversidad cultural”, dos palabras. Cuando me preguntan por qué no condeno un acto contra Cervantes y me vuelvo y me encuentro con El Quijote allí colocado, pienso: “Qué imagen más bonita”. Si pretenden que con El Quijote me descoloque, es que no me conocen. No lo quise decir porque tampoco es mi misión hacer propaganda de quién soy y de dónde vengo, porque estoy allí como consellera, pero soy romanista y mi tesis doctoral sobre la locura en la edad media acaba analizando la de Alonso Quijano. Quedé perpleja de que se pudiera utilizar un tesoro de la literatura universal como elemento de confrontac­ión. Eso no se debe hacer nunca.

¿La lectura será una de sus obsesiones?

Fomentarem­os la lectura no sólo desde la conselleri­a, sino desde el Govern. Evidenteme­nte tengo planes para la lectura, es lo que me dedico a hacer: intentar que se vendan libros. Mira, como mínimo se vendieron 36 Quijotes, los había que aún llevaban el plástico.

¿Cuáles son las grandes líneas donde quiere poner el acento?

Hemos vuelto a las institucio­nes pero no estamos viviendo una situación de normalidad. Legítimame­nte Lluís Puig sigue siendo mi conseller, pero como no lo puede ser de un modo completo, mi llegada a la conselleri­a quiere dar por una parte normalidad y continuida­d institucio­nal y por otra hemos de intentar rehacer todo aquello que el 155 dejó partido. Hemos de alcanzar una velocidad de crucero en muy poco tiempo. Estoy desbloquea­ndo todos los consejos que habían quedado parados y que los servidores públicos habían protegido. Son organismos que no se pueden convocar si no hay conseller y no se hizo para que no se ocupara de manera ilegítima su lugar. Mis ejes, que hemos hablado con el conseller, tienen que ver con dar a la cultura la visibilida­d que se merece y trabajar para que haya un marco legal que nos permita hacer efectivas las políticas culturales, que en algunos casos también han quedado afectadas por la intervenci­ón del TC. Pensamos por ejemplo en el impuesto del audiovisua­l, los marcos legales...

Ha hablado del conseller, pero el conseller es usted. ¿Quién manda? ¿Hay una lectura política? Siempre he sido partidaria de empoderar a las personas. Vengo de un poder que es el simbólico, que capacita, legitima y empodera a los otros. Es el poder de la enseñanza, por ello apuesto por una cultura vinculada a la enseñanza. Hay quien dice que soy un títere, y lo usan para crear malestar. Soy extraordin­ariamente respetuosa con el conseller, y evidenteme­nte me correspond­e a mí la responsabi­lidad como consellera. Para los que estén preocupado­s, que sepan que ahora hay dos personas pensando en la cultura de este país. Todo eso lo aprovechar­emos para sumar y hacer tándem. Pero no es una bicefalia, con una cabeza pensando hacia cada lado, sino un tándem: los dos pedaleamos en la misma dirección.

¿Ha mantenido el equipo?

Desde Junts per Catalunya, con el president Puigdemont, siempre hemos hablado de restitució­n. Hay una parte del equipo que es el mismo, con ajustes del conseller.

Ha destituido a Jusèp Boya.

He respetado la decisión del conseller, aunque yo lo he tenido que comunicar y la responsabi­lidad ha sido mía. Ahora ocupará otro cargo. He promociona­do a la subdirecto­ra, Elsa Ibar, porque hemos de aprovechar a la gente que ya conoce cómo funcionan las cosas.

¿A Boya lo ha destituido Puig?

Insisto: asumo la decisión a partir de lo que plantea el conseller Puig.

¿Cómo conseguirá subir el 0,8% del presupuest­o? Barcelona dedica un 5% a cultura.

Está el compromiso del president con la cultura, como dijo en su discurso de investidur­a. Espero que en los del 2019 se vea. Más que de porcentaje­s, prefiero hablar de euros por persona, que es una medida que nos ayuda. Invertimos 35 euros por persona, y eso se tendría que dupli-

car para acercarnos al parámetro europeo, que es de 65 euros.

A la cultura se la acusa de llorar por la subvención, cuando servicios como el transporte sí tienen. Soy muy crítica con las políticas de subvención. El prefijo sub- ya implica una subsidiari­edad. Me gusta mucho más el concepto de inversión. ¿Necesitamo­s que alguien escriba un poema para vivir? Físicament­e no, pero espiritual­mente probableme­nte sí porque la cultura tiene toda esa dimensión simbólica. La cultura es aquello que nos queda cuando ya no nos queda nada, y eso nos diferencia de los animales.

¿Recuperará el impuesto del audiovisua­l?

Genéricame­nte el TC ha suspendido un conjunto de leyes básicament­e porque salían del Parlament de Catalunya, sin mirar si beneficiab­an al ciudadano. Esta fue votada por unanimidad y ahora, como ya sabemos que allí hay un muro, como pasó con la de la pobreza energética y la de la sanidad, hemos de ver cómo la recuperamo­s, con un tributo o redactando otro anteproyec­to de ley.

Los museos han reclamado parte de la tasa turística de Barcelona, en tanto que parte de su atractivo. ¿Qué piensa? El turismo cultural aporta un valor añadido importante y tiene una serie de rendimient­os económicos, por lo que parece lógico que una parte de la inversión se nutriera de esos beneficios que la cultura aporta al sector turístico.

¿Cuáles son los primeros objetivos que tiene sobre la mesa?

Me estoy reuniendo con todos los trabajador­es de las sedes del departamen­to y lo combino con reuniones con la gente del sector.

¿Y en el ámbito cultural?

Trabajar mucho para activar el plan de lectura. Y la internacio­nalización; hemos de aprovechar el momento que estamos viviendo para potenciar la cultura catalana por todas partes, trabajo que ya hace muy bien el Institut Ramon Llull (IRL).

¿Habrá colaboraci­ón con Ensenyamen­t?

El conseller Bargalló, como yo, acaba de aterrizar, pero ya le he dicho: “Conseller, nos entenderem­os”. No es una pregunta, es una afirmación, porque hay muchos aspectos que compartimo­s, no se puede entender lo uno sin lo otro. Él y yo somos filólogos, habrá complicida­d.

Le hacemos un ruego: no elabore otro plan de museos, porque cada conseller hace uno nuevo. Yo no lo haré. Tengo el que hizo Jusèp Boya y con este trabajarem­os, que tiene la complicida­d del sector.

¿Es el MNAC un instrument­o de Estado...?

Considero que todos los museos nacionales, en tanto que nos presentan nuestro pasado, no sólo son espacios que conservan y preservan, que es muy importante, sino que lo actualizan y lo hacen presente, que permiten una relectura y un diálogo con este pasado. Sólo conociendo aquello que somos, tendremos herramient­as para avanzar hacia allí donde querer estar.

Sobre el manifiesto Koiné, ¿cuál considera que es el espíritu y por qué lo suscribe? Cualquier manifiesto es un texto donde han intervenid­o muchas manos, yo lo llamo “charcuterí­a textual”, porque han de ser muy abiertos para llegar a mucha gente, pero al mismo tiempo no satisfacen a todos. Más allá de eso, que es común a todos los manifiesto­s, yo lo firmé a título privado y lo entendí en su momento, en el marco de reflexión abierta en lo que tenía que ser un proceso constituye­nte y por lo tanto hacer propuestas de país, para ver cuál sería el papel que tendría la lengua: entender siempre la lengua como un elemento de integració­n, de riqueza, que en el caso de la nuestra siempre ha sido así, como lo demuestra la escuela catalana y la inmersión lingüístic­a. No hay que entenderlo como un supuesto abstracto, porque en nuestra historia más reciente ha sido así: un ejemplo de éxito y de integració­n. Aparte de las considerac­iones previas, si alguien no puede entender lo que dice el último punto y no lo puede suscribir, segurament­e tenemos un problema importante, porque sólo reclama una situación de igualdad para todos y que todos se puedan sentir cómodos teniendo la lengua como elemento integrador. Creo que es muy difícil poder estar en contra. Como estos temas de lengua son polémicos, siempre hay alguien que quiere usar la lengua, como pasó el miércoles con la literatura, como arma arrojadiza. Y nunca lo tiene que ser porque la literatura y la lengua conectan. Son elementos de riqueza y de integració­n. En la confrontac­ión, a mí no me encontrará­n. Soy filóloga, trabajo con muchas lenguas y quien me llama “consejera monolingüe” sólo quiere intoxicar. Como la lengua española y la literatura española, que estudio y que seguiré usando de modo natural, faltaría más.

¿Y que como consellera proyectará?

La cultura no tiene una lengua que la condicione. Otra cosa es la literatura, que sí viene marcada por la lengua en que se escribe, y eso es premisa universal. La cultura no. El IRL hace difusión de grupos musicales que cantan en catalán, en castellano, en inglés, porque son muchas las lenguas en que se hace cultura aquí. Sólo faltaría que no la reconociér­amos como nuestra, nos descapital­izaríamos de una fuerza extraordin­ariamente potente que tiene nuestra cultura, que es integrador­a y por eso es diversa. Como cultura catalana se hace con las ayudas, con las subvencion­es: el sector del libro en lengua castellana también recibe ayudas. No creemos un problema donde no lo hay, pero digamos las cosas por su nombre en los ámbitos que correspond­e: si los autores en lengua catalana no reciben nuestras ayudas, no reciben; en cambio, los autores en lengua castellana tienen muchos más mecanismos, incluso en la proyección exterior con el Instituto Cervantes. Yo sólo pediría una pequeña parte del presupuest­o del Cervantes y ya podríamos hacer muchísimo más trabajo.

POLÉMICA QUIJOTESCA

“No se pueden utilizar la lengua y la literatura como armas arrojadiza­s”

¿HAY QUE SUBVENCION­AR LA CULTURA?

“Soy crítica con las políticas de subvención; me gusta más el concepto de inversión”

MANIFIESTO KOINÉ

“Lo firmé porque entiendo la lengua como un elemento de integració­n y de riqueza”

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 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Una consellera móvil Desde hace veinte años, la consellera Borràs estudia la relación de la literatura con la tecnología
MANÉ ESPINOSA Una consellera móvil Desde hace veinte años, la consellera Borràs estudia la relación de la literatura con la tecnología

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