La Vanguardia

El lector expone

La tiranía de la asignatura

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Un año más acaba el curso escolar, y todo sigue centrado en lo mismo, el currículum y las asignatura­s. Asignatura, etimológic­amente significa “aquel que sigue”, y parece que nuestro sistema educativo trata de eso, de “seguir”, seguir cada día, cada hora, cada minuto porque todo está programado para que lo sigamos sin perder el tiempo en otras cosas. Ir detrás y que te digan constantem­ente qué y cómo, y con cada paso nos alejamos más de la creativida­d, la nuestra, de la originalid­ad, la nuestra, y de la autenticid­ad de quienes somos, de nuestros talentos y habilidade­s. ¿Cómo brillar si sólo seguimos?

Da igual quién seas, da igual cómo seas, la asignatura es tirana porque es inalterabl­e y de obligado cumplimien­to, es decir, pase lo que pase fuera de las paredes de la clase, ahí está esperando que transites por ella, y pase lo que pase dentro de los corazones de los chavales, no importa, toca eso y punto. Alguien lo escribió en un documento larguísimo que otros alguien aprobaron con una firma y después publicaron en un libro enorme para que a nadie se le ocurra saltarse esas letras que obligan a seguir siguiendo. No importa si es lógico, adaptable, funcional o práctico, no importa si tiene sentido o es obsoleto, es ley escrita y no se puede replantear porque esos alguien que firmaron dicen que llevaría años. Y aunque los corazones de muchos alumnos estén heridos, se sientan solos y necesiten saber cómo pueden ponerse una tirita que les alivie el dolor, esos alguien no han pensado que esa letra negra, tirana e inalterabl­e aún no ha entendido que quienes se la tienen que tragar son pequeñas almas que nadie escucha ni entiende.

Consigamos un sistema educativo adaptado a los niños y a lo que necesitan, y que la asignatura no sea un fin, sino un medio para conseguirl­o.

CRISTINA GUTIÉRREZ LESTÓN

Santa Cristina de Palautorde­ra

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