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El diario comenta la oportunidad para el diálogo que se han dado Pedro Sánchez y Quim Torra y pide que nadie entorpezca el intento de ambos líderes. También aborda la cuestión sobre el escaso margen del Gobierno central en materia de política económica.
LA sociedad occidental ha entrado en una fase de perplejidad que el profesor Daniel Innerarity justifica porque “el horizonte de lo posible se ha abierto tanto que nuestros cálculos acerca del futuro son especialmente inciertos”. Si todo se ha vuelto tan inestable, el problema es saber en quién confiar y cómo recuperar referencias que nos permitan orientarnos en este mundo tan complejo. La segunda parte de la encuesta que G AD 3 ha elaborado para La Vanguardia los pasados días 14 al 21 de junio viene a confirmar la dificultad que entraña gobernar situaciones de enorme complejidad. De ahí que lo más revelador del trabajo sea el escepticismo con que los encuestados encaran la resolución del conflicto de Catalunya y España, a pesar de las evidentes dosis de pragmatismo con que se asume la cuestión. Esta sería la fotografía de la situación actual.
Así, cuando se pregunta a los encuestados qué fórmula piensan que es más viable para resolver el conflicto territorial, hay tres opciones mayoritarias: la mejora del sistema de financiación (68%), la reforma de la Constitución española (66%) y el referéndum sobre la independencia (57%), mientras que la reforma del Estatut queda en un lejano cuarto lugar (48%). La apuesta por la salida, en principio, menos compleja, de una nueva financiación es apoyada mayoritariamente por los votantes de Cs, PSC y Comuns, mientras que la más difícil y compleja, la reforma de la Constitución y el referéndum, la defienden los que votaron a JxCat y ERC. Hasta ahí nada nuevo.
Pero, cuando se pregunta sobre la mejor fórmula para poner en marcha el diálogo y la negociación entre las partes en conflicto, la cuestión se complica. Una mayoría de sondeados, el 40%, apuesta por la negociación bilateral entre los dos gobiernos, mientras que un 37% prefiere un acuerdo previo entre partidos catalanes independentistas y unionistas. Los primeros son votantes de JxCat, la CUP y Comuns, mientras que la segunda es la opción de los votantes de CsyPSC, aunque también un 40% de ERC se apunta a esta fórmula. Cuando se cruzan las respuestas a las dos anteriores preguntas demoscópicas, la complejidad de los resultados resulta abrumadora. La conclusión es que, en general, existe entre los encuestados un notable escepticismo sobre la predisposición de uno y otro gobierno para ponerse manos a la obra de la resolución del problema, aunque reconocen un mayor esfuerzo por parte de la Generalitat (33%) que por parte del Gobierno central (20%), a pesar de que la percepción que se tiene del nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez es positiva.
En lo que parece existir unas mayorías más concluyentes es en la creencia de que los delitos de rebelión y sedición de que se acusa a los presos y los exiliados no se justifican (el 70% de los encuestados); a esta opinión se adhieren el 50% de los votantes del PSC e incluso el 30% de los de Cs. Aún más destacada es la mayoría (77%) que es contraria a la permanencia en prisión de Junqueras y demás políticos, con el 70% de socialistas y comunes y el 45% de Ciudadanos. Y todavía más destacada es la mayoría de encuestados (80%) que considera que el acercamiento de los presos a Catalunya sería un buen gesto del Gobierno español que facilitaría la negociación. En esta opinión se cuenta también el 60% de Cs.
Todos somos conscientes de que la resolución del conflicto territorial es un asunto complejo que requiere inteligencia y capacidad de pacto. La oportunidad para el diálogo que se han dado Pedro Sánchez y Quim Torra, a pesar de todo, ya tiene fecha. Que nadie ose hacerla saltar por los aires.