El maratón más largo
Una joven francesa, de visita en Canadá, pasa 15 días detenida en EE.UU. porque cruzó la frontera mientras entrenaba
Un lugar calificado de paradisiaco se convirtió en un infierno para Cedella Roman, de 19 años. Salió a correr unos kilómetros en la provincia canadiense de British Columbia y acabó internada por dos semanas en una cárcel de Estados Unidos.
¿Su delito? Despistarse con la belleza ambiental. Sin darse cuenta cruzó la frontera, según explicó a la CBS.
Le subyugó la belleza y se detuvo para sacar unas fotografías.
Esto es el trumpismo, poco dado a la contemplación poética.
Allá dónde se encuentre ahora Roman, seguro que ayer le parecieron indignantes los últimos tuits del presidente Trump, en los que aboga por la devolución de inmigrantes en caliente, es decir, sin contar con el visto bueno de la justicia. “Nuestra política de inmigración –dijo–, de la que se ríen en todo el mundo, es muy injusta para los que lo intentan por la vía legal... No podemos permitir que invadan nuestro país. Cuando alguien viene, de inmediato debemos devolverlo al lugar de donde viene, sin jueces ni tribunales. Nuestro sistema es una burla a la buena política de inmigración y a la ley y el orden”.
Que se lo digan a Roman, cuya tribulación es una anécdota al lado del trauma por el que pasan los miles de niños separados de sus padres y enjaulados tras acceder desde el lado sur. Pero su caso no deja de ser una ilustración del cada vez más desproporcionado control policial que sufren muchos ciudadanos en las carreteras o en “las visitas” que realizan los agentes a sus puestos de trabajo.
Cedella Roman, que vive en Francia, viajó a Canadá para visitar a su madre. El 21 de mayo salió a correr. “De pronto, un agente estadounidense me paró y me dijo que había cruzado la frontera ilegalmente”, confesó a Radio Canada. “Le comenté que no lo había hecho de forma intencionada, yo no entendía nada de lo que me estaba ocurriendo”, añadió.
En un mapa de la CNN se indicó que pudo cruzar de un lado al otro cerca del Arco de la Paz, un monumento de mármol blanco en el que se conmemora la amistad entre los dos países.
La turista, con pasaporte francés, no llevaba documentación alguna. Los agentes iniciaron el proceso de expulsión. Al día siguiente la trasladaron a un centro de Tacoma, en el estado de Washington, a unos 225 kilómetros más al sur del punto en que se produjo la detención.
“Me entró el pánico cuando me metieron en el furgón”, remarcó. “Me hicieron quitar mis pertenencias, mis joyas, me registraron por todos los lados. Entonces comprendí que esto era serio y me puse a llorar”, matizó.
La madre, Christiane Ferne, procedió a aportar la documentación. Sin embargo, los responsables de inmigración justificaron que no le pusieran una multa y que el proceso se dilatara porque ella no era canadiense y debieron hacer más verificaciones.
La mantuvieron en una estancia con un centenar más de personas. “El patio tenía alambre de espino y perros”, subrayó. “Intentamos ayudarnos unos a otros. Estar allí, con gente procedente de África y otros países hizo que yo pusiera mi asunto en perspectiva”, remarcó a la agencia AFP.
A los quince días pudo abrazar a su madre en libertad. Centenares de niños separados de sus familias en la frontera con México no saben cuándo volverán a estar con su madre, ni siquiera si la volverán a ver de nuevo.
Pero Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca, jugó este fin de semana el papel de víctima porque la dueña de un restaurante de Lexington (Virginia) le pidió que se fuera de su local. Era su manera de protestar contra la inhumanidad del gobierno Trump.
Trump aboga por la devolución de inmigrantes en caliente, sin el visto bueno de la justicia