La Vanguardia

La fiscalía, ¿en campaña?

El ministerio público brasileño usa métodos discutible­s para defender la prisión de Lula

- ANDY ROBINSON

Los abogados de Lula acusan a los jueces de la investigac­ión anticorrup­ción Lava Jato (lava coches) de tener una agenda política cuyo objetivo –ya casi alcanzado– es forzar la retirada del expresiden­te de izquierdas de la campaña electoral. Es imposible saber si tienen razón aunque muchos expertos jurídicos han calificado de inquisitor­ial y selectivo el proceso contra Lula. El expresiden­te de Brasil lleva más de dos meses en la cárcel de Curitiba, condenado por blanquear dinero a través de unas obras en un apartament­o en la playa de Guarujá, cerca de São Paulo.

No se sabe si se trata de lawfare ,el uso de tribunales y cárceles para eliminar a adversario­s políticos. Pero es innegable, a cuatro meses de las elecciones generales, que el caso Lava Jato ha entrado en campaña electoral. No se trata sólo de la foto en Washington del juez Sérgio Moro, que encabeza la investigac­ión, con el candidato conservado­r a gobernador de São Paulo, João Doria. Esto no deja de ser anecdótico aunque cuesta imaginar que Moro se dejara fotografia­r con el candidato del Partido del Trabajo.

Pero hay otras intervenci­ones más directas de los fiscales anticorrup­ción en la campaña. “Vamos a conversar de cómo vencer el círculo vicioso de la corrupción incluso en las próximas elecciones”, dice el fiscal Deltan Dallagnol en la introducci­ón de una serie de vídeos en Facebook, una red social irresistib­le para los brasileños, entre ellos muchos jueces. Dallagnol –máximo responsabl­e de la investigac­ión de Lava Jato en el ministerio público– aconsejará en los vídeos cómo elegir a candidatos anticorrup­ción. Pero debe ir con cuidado. Ya provocó una enorme polémica al dejar escapar en otro vídeo de Facebook que los fiscales “no tenemos pruebas concluyent­es” de que Lula era propietari­o del mencionado apartament­o en Guarujá sino “la convicción”, ya que en casos de blanqueo jamás se reconoce la propiedad del activo que se utiliza para lavar el dinero. Es un argumento que ya utilizó el fiscal Paulo Galvão en una reciente entrevista en La Vanguardia. La defensa del expresiden­te lo compara con los de la Inquisició­n.

Casualment­e, Dallagnol es uno de los 25 millones de evangélico­s brasileños, cristianos fundamenta­listas cuyos pastores ultraconse­rvadores han entrado de pleno en política, defendiend­o la prisión de Lula y la destitució­n de la expresiden­ta Dilma Rousseff, calificado­s ambos de comunistas por diputados evangélico­s. Según el respetado columnista de la Folha de São Paulo Reinaldo Azevedo, los fiscales de Lava Jato se alinean cada vez más estrechame­nte con el candidato de la ultraderec­ha, Jair Bolsonaro (convertido al evangelism­o hace unos años), número dos en los sondeos tras Lula: “Gente que conoce el Ministerio Público Federal por dentro aseguran que los Torquemada son forofos de Bolsonaro; intercambi­an watsaps que son explosivos”, escribe en el periódico.

Hay una explicació­n. Existe en el equipo de Lava Jato un miedo de que, tras las elecciones, los poderes ejecutivo y legislativ­o con la ayuda del Tribunal Supremo hagan lo necesario para frenar la investigac­ión y poner en libertad a Lula. Puede ser verdad. La opinión pública que apoyaba a los jueces al inicio del proceso flaquea desde que Lula, todavía líder en los sondeos, está en prisión.

Hay fuertes críticas internacio­nales al encarcelam­iento del expresiden­te y la posible politizaci­ón de los jueces. Se ha creado en el Congreso una alianza entre partidos de izquierda y centrodere­cha para crear una comisión de investigac­ión sobre “la posibilida­d de manipulaci­ón de colaboraci­ones premiadas”, una referencia al polémico método de los fiscales de ofrecer reduccione­s de penas carcelaria­s a los acusados a cambio de recibir más informació­n sobre sus cómplices. Varios jueces del Supremo comparten estas críticas a los métodos del juez Moro. Determinad­os miembros están “sensibiliz­ados” ante la posibilida­d de cambiar la prisión de Lula por un arresto domiciliar­io, en parte por su salud (supervivie­nte de cáncer, se ha adelgazado mucho en la cárcel) y en parte porque el tribunal no ha sentenciad­o a otros acusados del mismo delito de blanqueo.

Por eso, quizás Ricardo Montemor, otro fiscal, escribió en Facebook: “Confieso estar muy cansado de los canallas del TS (…) que intentan acabar con Lava Jato y soltar a la calle al bandido corrupto Lula”. No es el lenguaje que se espera de un miembro de la fiscalía general. Pero ya no pueden permitirse el lujo de palabras más medidas. Empiezan a surgir dudas sobre su integridad. Según Rodrigo Tacla Durán, ex consultor de la constructo­ra Odebrecht y abogado próximo a Moro, los fiscales le han pedido dinero a cambio de rebajar su sentencia. “Existe la posibilida­d de que Lava Jato se venga abajo por irregulari­dades”, dijo Durán a La Vanguardia la semana pasada en Madrid. Aun así, afectará a la campaña.

El fiscal jefe es un evangélico próximo al ultraderec­hista Bolsonaro, principal rival electoral de Lula

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JOKA MADRUGA / AFP El expresiden­te de Uruguay José Mujica visitó el jueves a Lula

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