La fiscalía, ¿en campaña?
El ministerio público brasileño usa métodos discutibles para defender la prisión de Lula
Los abogados de Lula acusan a los jueces de la investigación anticorrupción Lava Jato (lava coches) de tener una agenda política cuyo objetivo –ya casi alcanzado– es forzar la retirada del expresidente de izquierdas de la campaña electoral. Es imposible saber si tienen razón aunque muchos expertos jurídicos han calificado de inquisitorial y selectivo el proceso contra Lula. El expresidente de Brasil lleva más de dos meses en la cárcel de Curitiba, condenado por blanquear dinero a través de unas obras en un apartamento en la playa de Guarujá, cerca de São Paulo.
No se sabe si se trata de lawfare ,el uso de tribunales y cárceles para eliminar a adversarios políticos. Pero es innegable, a cuatro meses de las elecciones generales, que el caso Lava Jato ha entrado en campaña electoral. No se trata sólo de la foto en Washington del juez Sérgio Moro, que encabeza la investigación, con el candidato conservador a gobernador de São Paulo, João Doria. Esto no deja de ser anecdótico aunque cuesta imaginar que Moro se dejara fotografiar con el candidato del Partido del Trabajo.
Pero hay otras intervenciones más directas de los fiscales anticorrupción en la campaña. “Vamos a conversar de cómo vencer el círculo vicioso de la corrupción incluso en las próximas elecciones”, dice el fiscal Deltan Dallagnol en la introducción de una serie de vídeos en Facebook, una red social irresistible para los brasileños, entre ellos muchos jueces. Dallagnol –máximo responsable de la investigación de Lava Jato en el ministerio público– aconsejará en los vídeos cómo elegir a candidatos anticorrupción. Pero debe ir con cuidado. Ya provocó una enorme polémica al dejar escapar en otro vídeo de Facebook que los fiscales “no tenemos pruebas concluyentes” de que Lula era propietario del mencionado apartamento en Guarujá sino “la convicción”, ya que en casos de blanqueo jamás se reconoce la propiedad del activo que se utiliza para lavar el dinero. Es un argumento que ya utilizó el fiscal Paulo Galvão en una reciente entrevista en La Vanguardia. La defensa del expresidente lo compara con los de la Inquisición.
Casualmente, Dallagnol es uno de los 25 millones de evangélicos brasileños, cristianos fundamentalistas cuyos pastores ultraconservadores han entrado de pleno en política, defendiendo la prisión de Lula y la destitución de la expresidenta Dilma Rousseff, calificados ambos de comunistas por diputados evangélicos. Según el respetado columnista de la Folha de São Paulo Reinaldo Azevedo, los fiscales de Lava Jato se alinean cada vez más estrechamente con el candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro (convertido al evangelismo hace unos años), número dos en los sondeos tras Lula: “Gente que conoce el Ministerio Público Federal por dentro aseguran que los Torquemada son forofos de Bolsonaro; intercambian watsaps que son explosivos”, escribe en el periódico.
Hay una explicación. Existe en el equipo de Lava Jato un miedo de que, tras las elecciones, los poderes ejecutivo y legislativo con la ayuda del Tribunal Supremo hagan lo necesario para frenar la investigación y poner en libertad a Lula. Puede ser verdad. La opinión pública que apoyaba a los jueces al inicio del proceso flaquea desde que Lula, todavía líder en los sondeos, está en prisión.
Hay fuertes críticas internacionales al encarcelamiento del expresidente y la posible politización de los jueces. Se ha creado en el Congreso una alianza entre partidos de izquierda y centroderecha para crear una comisión de investigación sobre “la posibilidad de manipulación de colaboraciones premiadas”, una referencia al polémico método de los fiscales de ofrecer reducciones de penas carcelarias a los acusados a cambio de recibir más información sobre sus cómplices. Varios jueces del Supremo comparten estas críticas a los métodos del juez Moro. Determinados miembros están “sensibilizados” ante la posibilidad de cambiar la prisión de Lula por un arresto domiciliario, en parte por su salud (superviviente de cáncer, se ha adelgazado mucho en la cárcel) y en parte porque el tribunal no ha sentenciado a otros acusados del mismo delito de blanqueo.
Por eso, quizás Ricardo Montemor, otro fiscal, escribió en Facebook: “Confieso estar muy cansado de los canallas del TS (…) que intentan acabar con Lava Jato y soltar a la calle al bandido corrupto Lula”. No es el lenguaje que se espera de un miembro de la fiscalía general. Pero ya no pueden permitirse el lujo de palabras más medidas. Empiezan a surgir dudas sobre su integridad. Según Rodrigo Tacla Durán, ex consultor de la constructora Odebrecht y abogado próximo a Moro, los fiscales le han pedido dinero a cambio de rebajar su sentencia. “Existe la posibilidad de que Lava Jato se venga abajo por irregularidades”, dijo Durán a La Vanguardia la semana pasada en Madrid. Aun así, afectará a la campaña.
El fiscal jefe es un evangélico próximo al ultraderechista Bolsonaro, principal rival electoral de Lula