La Vanguardia

¡Que conduzcan las saudíes!

- Joaquín Luna

Las mujeres de Arabia Saudí han dado un gran paso adelante y a partir de ahora ya podrán conducir solas por el reino wahabí, donde la medida será, sin duda, recibida con regocijo por los hombres de todas las edades. –¡Mujer tenías que ser! Mucho me temo que las pioneras van a ser pasto de burlas, bromas y desplantes, porque los wahabíes son así. No están solas, porque las mujeres conducen mal, bien o regular, pero, sobre todo, ni berrean al volante ni tratan de demostrar su femineidad a base de cortar el paso.

¿Existe una manera de conducir femenina? Yo de eso no entiendo porque desde mi retorno a Barcelona en el año 2000 me muevo sin coche y disfruto del privilegio de que algunas mujeres me acompañan en coche a casa y no al revés. Lo que sí conviene resaltar es que los automóvile­s de las mujeres están más limpios y, como diría un castizo, se parecen a convenienc­e stores porque hay pañuelos de papel, chicles de menta o fresa, botellines de agua mineral, buena música e incluso toallitas húmedas.

¿Es patriarcal salir en defensa de la mujer que te lleva en coche cuando discute con otro conductor?

Todo es cuestión de mentalizar­se si vas de copiloto y no sujetar el agarradero superior porque hace mayor y denota desconfian­za. Lo único malo es cuando surge una discusión entre la amiga que conduce y algún machista al volante que la increpa. Yo ahí las paso canutas y desde aquí me brindo al custodio de los lugares santos de La Meca y Medina para instruir al hombre saudí del siglo XXI al que esta medida puede convertirl­e –como me sucede a mí– en copiloto desnortado.

¿Es machista liderar la discusión, asumir la bronca y cruzar unos puños en defensa de la conductora? ¿O lo civilizado es dejar que ella se las vea y se las tenga con el conductor? Uno, llegado a este punto, duda, porque intervenir sería patriarcal, pero no hacerlo... –¡Podías haber dicho algo!

–Ya, tienes razón, pero es que el señor iba por su carril y además era un machista. Tomo nota.

Son confusione­s de género que no existirían si estuviese casado, en cuyo caso saldría a darlo todo, como cuando defiendes en la playa una hamaca para la esposa frente a otro marido al que le han encomendad­o idéntica misión.

–Yo por mí se la cedía y me iba al bar, pero usted comprender­á...

–Yo por mí no le abroncaría, pero usted comprender­á...

Los primeros días serán complicado­s y bajo el foco mediático. “Aparca de oído y envía un camión de reparto a La Meca”, “primer atropello de un peregrino iraní sin motivacion­es religiosas”, “arrestados por aplaudir en señal de mofa el aparcamien­to de una prima segunda del rey”...

Con el tiempo, el país de los Saud –donde sobran aparcamien­tos y las autopistas son espléndida­s– tendrá un tráfico homologabl­e a Occidente aunque sigan cortando manos y cuellos. Y ninguna mujer pedirá ayuda para cambiar una rueda pinchada.

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