Escaso margen de maniobra económico
EL margen de maniobra económico del nuevo Gobierno es muy limitado. Lo mejor que puede hacer es gestionar bien los presupuestos del Estado de este año y centrarse en preparar con mayor libertad los del 2019. Pero incluso de cara a los planes del año próximo, que deberían estar elaborándose ya en la actualidad, lo tiene muy complicado. El momento de la verdad, en este sentido, lo marcará la próxima fijación del techo de gasto.
La necesidad de cumplir con los exigentes objetivos de déficit público, junto con la debilidad parlamentaria que le suponen sus 84 diputados, obligan al Gobierno del PSOE a realizar difíciles equilibrios. Sólo puede permitirse iniciativas económicas de coste público cero o muy cercano a cero y que, necesariamente, serán más simbólicas que reales, como los planes para combatir la explotación laboral o la brecha salarial entre hombres y mujeres. El propio presidente Pedro Sánchez reconoce que no dispone de la fuerza parlamentaria paradero garlare forma laboral, como hubierasido su deseo, algo que pese a todo es bueno para la estabilidad del marco legislativo que se necesita para la creación de empleo. También ha admitido que tampoco hay margen para negociar un nuevo modelo de financiación autonómica. Otro reto pendiente de afrontar es la ley de Transición Energética, donde el país se juega su futuro.
El compromiso que existe con la UE es terminar el 2018 con un déficit del 2,2% del PIB y del 1,3% el próximo año, lo que exige un drástico ajuste o un notable aumento de los ingresos. La subida de los sueldos de los funcionarios, el rescate de las autopistas quebradas y el aumento de las pensiones presionan mucho los gastos al alza. Pero, pese a las dificultades, el Gobierno debe centrarse en el cumplimiento de los objetivos de déficit. España no puede seguir incrementando año tras año su endeudamiento público por encima de las previsiones, algo que no es justificable tras cuatro años de crecimiento sostenido, porque ello supone traspasar los problemas a las nuevas generaciones e incrementar la vulnerabilidad del país.
La alternativa para ampliar los ingresos públicos sería la subida de los impuestos o la aplicación de nuevas figuras tributarias, pero ello es difícil ante las convocatorias electorales en perspectiva. El Gobierno, por tanto, deberá limitarse a gestionar bien, redistribuir prioridades y no gastar más de lo que se debe, lo que ya de por sí es muy importante. El ritmo de crecimiento económico, en última instancia, dependerá de la capacidad de Pedro Sánchez para mantener el clima de confianza necesario para la buena evolución de la inversión y el consumo. El vigor de la demanda interna, en este sentido, es el principal motor de crecimiento que preservar ante las incertidumbres internacionales.