La moraleja Lopetegui
La ventaja de tratar sobre un tema relacionado con el fútbol es que el relato no necesita contexto porque todo el mundo conoce los hechos, y esto es algo impagable cuando sólo se disponen de 400 palabras como es el caso. De ahí que pueda calificar de escandaloso lo sucedido con Lopetegui y el Real Madrid sin necesidad de aportar mayores datos.
La selección española de fútbol, la roja para los aficionados, constituye un símbolo emotivo de España y un factor de unión. Las declaraciones de todos los concernidos cuando se refieren a ella son siempre solemnes y trascendentes. “Es un honor…”, “la ilusión de mi vida…” y cosas así. En estos términos se expresan los jugadores, y por descontado el aglutinador del equipo, el seleccionador, el fijo entre competición y competición. ¡Pero ay! La ambición del dinero y su poder se han paseado impúdicamente por encima de todo el simbolismo patriótico de la roja. Lo importante para el Real Madrid, Florentino Pérez, Lopetegui, no era el éxito de España, sino su propio éxito, y naturalmente el dinero, mucho dinero.
La moraleja que encierra lo sucedido nos habla de los valores de nuestra sociedad en la que los fines, aquellos que conducen a una vida buena rectamente vivida, han desaparecido, y los medios se han transformado en fines. Porque el dinero, el sexo, el poder son eso, medios. Para hacer y dar; para iniciar el amor; para transformar a mejor la realidad. Pero los han convertido en horizonte de sentido de la vida humana y eso sólo conduce al desastre, porque sin fines buenos la comunidad humana se descuajeringa.
Lo sucedido también da pie a otra reflexión. ¿Cuál habría sido la reacción si en lugar del Real Madrid hubiera sido el FC Barcelona el autor del desaguisado? ¿Es excesivo suponer que el escándalo habría sido brutal, transformado en un problema político de primera magnitud? El hecho sería el mismo, pero el juicio mucho más duro y descalificador… por ser catalanes sus autores.
Lo sucedido debería hacer pensar que no por mucho ondear la bandera española se está sirviendo a los intereses y necesidades de su pueblo, y quizá así se llegaría a entender que, siendo catalán, y sin necesidad de ser más cosas, se puede servir bien a la idea de un Estado español inclusivo. La inclusividad de las instituciones, la ética de la virtud y la amistad civil son la condición necesaria para abordar con éxito todos los problemas que sufren España y Catalunya.