La Vanguardia

¿Se separó Jenifer?

El verso “yo que voto Convergènc­ia y que tengo sueños eróticos con Jordi Pujol” requeriría una revisión profunda

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Hace pocas semanas vi actuar a Els Catarres en el Festivalot de Girona, uno de estos festivales musicales que transforma­n el socavón generacion­al en un terraplén. Acabaron su actuación (más corta que un concierto convencion­al y a menos decibelios) recuperand­o la canción que los lanzó a la fama: Jenifer. Es del 2011, cuenta la historia de amor de un catalán del terruño (un “catalufo”, le llamarían algunos) con una “choni de Castefa”. La letra juega con los tópicos de baldosa decorada, que siempre parten de una base real, para inscribirs­e en la larga tradición de los cantos al amor prohibido: “Yo que soy más catalán que las anchovas de L’Escala o los galets de Navidad, yo que tengo una erección cuando subo al Pedraforca o hago trekking por Montserrat...”. Jordi Pujol, que protagoniz­a los “sueños eróticos” del chaval, incluso le dedicó un análisis de texto en una conferenci­a que se viralizó cuando aún no usábamos este verbo. En Girona ya me sonó muy lejana, como si desde el 2011 hasta hoy hubieran pasado mucho más que siete años, pero este fin de semana la he vuelto a oír en una fiesta mayor de barrio y he buscado la letra. Como sucede siempre con el costumbris­mo, hay referentes que fijan la fecha de un modo más o menos neutro, como “els matins d’en Cuní” o “dirigit per en Benet i Jornet”. Donde dice Cuní, siete años después, podría decir Basté (o Terribas o Herèdia...). Donde dice Benet i Jornet, podría decir Belbel (o Albertí o Pasqual...). De los referentes mediáticos, siempre más efímeros, sólo perduran “els serials de TV3” (porque es genérico y porque el 155 no se aplicó a fondo) y “Mohamed Jordi”, a pesar de que Òscar Andreu cada vez lo saca menos a pasear por La competènci­a.

Pero hay referentes que son dignos de estudio. El verso “yo que voto Convergènc­ia y que tengo sueños eróticos con Jordi Pujol” requeriría una revisión profunda del análisis de texto que hizo el aludido hace siete años. Los símbolos mutan. El enamorado de la canción lleva Els segadors como politono del móvil, pero en el balcón dice tener una “senyera”, no una estelada. Y hay un verso que, cantado en el 2011, admitía una lectura irónica pero que en pleno 2018 la pierde: “Yo que pienso que Serrat siempre fue un traidor, en mi coche sólo suena Lluís Llach”. La resolución del conflicto viene por la vía del amor (“superior a todo miedo, a todo rencor”) con versos como “nos dicen que tenemos el corazón dividido, entre el amor y el país, la patria contra el deseo. Pero yo sólo veo el conjunto, y no hay fuerza humana que nos impida estar juntos”. Nunca escuchamos la voz de Jenifer. No conozco canción alguna que haya actuado de réplica simétrica a este Romeo Catarra enamorado de la Julieta Jenifer. Han pasado siete años, que es considerad­o un período crítico en la vida de cualquier pareja. La pregunta se impone. ¿Con quién está ahora Jenifer? ¿Aún va a la discoteca Pont Aeri? ¿Está separada?

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