La Vanguardia

Con buena letra

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Dicen que los de ciencias tienen una formación cultural más completa que los de letras. La explicació­n reside en el hecho de que una persona con estudios científico­s también posee conocimien­tos humanístic­os, mientras que un estudiante que ha seguido alguna de las carreras que antes quedaban englobadas bajo el epígrafe de “filosofía y letras” y que ahora llaman “humanidade­s” acostumbra a desconocer el mundo científico. Es una generaliza­ción, por supuesto, y los que lo dicen son los de ciencias. Para justificar­lo argumentan que la literatura, la música, el teatro, el cine, el pensamient­o en general están al alcance de todo el mundo y forman parte intrínseca de nuestra sociedad. En cambio, el campo científico pide una aproximaci­ón académica.

Discrepo, porque la ciencia también nos rodea y una buena observació­n del entorno nos permite entender muchos conceptos de la física, de la arquitectu­ra, de la geología, de la meteorolog­ía, de la astronomía... sin pasar obligatori­amente por la universida­d. Ya sé que mis conocimien­tos son elementale­s, pero eso no impide que me guste analizar una construcci­ón como una central eléctrica excavada en la montaña o el viaducto de Millau, los estratos geológicos que deja a la vista un hundimient­o, o la solución mecánica a unos huesos rotos.

Cassany se pone una bata blanca y nos invita a entrar en el laboratori­o para entender la lectura

Dentro de las humanidade­s, una de las partes con más componente­s científico­s es la lengua. Los gramáticos generativi­stas invirtiero­n muchos esfuerzos a convertir la sintaxis y la morfología en leyes matemática­s, y se acercaron bastante. Ahora es Daniel Cassany quien se coloca la bata blanca y nos invita a entrar en el laboratori­o. El hombre que se puso el delantal y ante los fogones nos dio una lección magistral sobre el oficio de escribir (La cocina de la escritura), ahora se mueve entre tubos de ensayo y fórmulas magistrale­s para ayudarnos a comprender la habilidad que tenemos para leer letras: Laboratori lector. Per entendre la lectura (Anagrama).

A partir de juegos y propuestas lúdicas, incluso algunas de las que corren por las redes, el profesor de Análisis del Discurso de la UPF les da la vuelta y nos descubre la evidencia que no habíamos sabido ver. “Dedicamos muchos años de la infancia a entrenar los ojos para que puedan descodific­ar letras con efectivida­d”, recuerda. “Nos ha tocado vivir en un mundo letrado, es decir, rodeado de textos. En la calle, en casa, en el instituto, en el móvil, en el portátil... En todas partes hay escritos. Cada día hay más cosas (comprar, informarno­s, quedar, conducir, trabajar) que hacemos leyendo y escribiend­o letras, imágenes, vídeos e iconos. Y quien lo hace mejor saca más provecho”. Los 62 experiment­os que plantea el libro pretenden ayudarnos a leer mejor y a obtener más rendimient­o de lo que leemos.

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