La Vanguardia

Gobernar

- Enric Sierra

El verano del año pasado estalló con virulencia la llamada turismofob­ia en Barcelona. Las pintadas ofensivas contra los turistas, con amenazante­s puntos de mira incluidos, se convirtier­on en noticia internacio­nal. Y el asalto violento a un bus turístico culminó una impresenta­ble escalada que acabó con la insólita convocator­ia de una comisión política extraordin­aria en pleno mes de agosto donde se acusó al gobierno municipal de tibieza y complicida­d con estos episodios antiturism­o. Todo aquello quedó tapado por el trágico atentado de la Rambla de Barcelona que generó una catarsis para atenuar la imagen de una ciudad antipática con los turistas. Ha pasado un año y se vuelven a ver pintadas que se acuerdan de la familia de los guiris aunque la aproximaci­ón del gobierno de la alcaldesa Ada Colau a este fenómeno turismofób­ico es sensibleme­nte diferente porque las posiciones dogmáticas se matizan cuando se gobierna y, sobre todo, cuando se aspira a seguir gobernando.

“Al turismo hay que saber gobernarlo”, decía el otro día el exalcalde Joan Clos, que ha vuelto a Barcelona después de pasar 11 años fuera de una ciudad que abandonó políticame­nte para ocupar el cargo de ministro de Industria, primero; el de embajador en Turquía, después, y el de director de ONU Habitat, hasta enero pasado. Tiene razón el exalcalde. Gobernar el turismo no significa matarlo. Se trata de que la ciudad aproveche sus ventajas, minimice sus inconvenie­ntes y se haga política para que los vecinos vean compensada­s las molestias que les genera.

Hace un año decíamos en este mismo espacio que una buena manera de revertir el ingente beneficio que proporcion­a el turismo sería destinar la tasa turística a mejorar las viviendas particular­es y ayudar a las familias tanto para ofrecerles trabajos relacionad­os con el sector como para formación profesiona­l. Nada de esto se está haciendo. La tasa se la reparten la Generalita­t y el Ayuntamien­to. El Consistori­o destina su parte básicament­e al urbanismo del espacio público, pero se podría hacer mucho más con la complicida­d de las empresas que viven del turismo.

Este es el caso de los apartament­os turísticos legales que conocen perfectame­nte la problemáti­ca que tienen las comunidade­s de vecinos porque conviven diariament­e con ellas. Saben que el éxito o el fracaso de su negocio depende de la percepción que tengan los vecinos de los apartament­os y, por eso, proponen al Ayuntamien­to que la tasa turística se ingrese en las comunidade­s de vecinos afectadas. Es un dinero que sería muy bien recibido y que además, se destinaría a las necesidade­s reales de los vecinos, desde la instalació­n de doble vidrio en las ventanas, a la vigilancia, a la limpieza o a las reformas de las zonas comunes.

El fenómeno de los apartament­os turísticos ha venido para quedarse y, más que perder energías combatiénd­olo, hay que saberlo gobernar en beneficio de la ciudad y con la complicida­d de las empresas que están predispues­tas a hacerlo porque de ello depende su viabilidad particular y la convivenci­a colectiva.

Barcelona debería invertir la tasa turística en las comunidade­s de vecinos que conviven con pisos para turistas

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain