“Dios también va a los estadios de fútbol”
¿Ha llorado recientemente?
Sí, durante una de mis visitas a la prisión, cuando uno de los presos me dijo: “Eres como una madre”.
Sabemos por Santa Teresa que Dios también entra en las cocinas. ¿Y en los estadios?
Donde haya personas, disfrutando o sufriendo, está Él. Pero no le gustarán los mercaderes del fútbol y la exhibición de la opulencia. Ni esa sensación de que las personas se pueden tasar y comprar casi como si fueran objetos.
Usted ayuda a los pobres del Cuarto Mundo, los de las sociedades desarrolladas. ¿Le molesta la ostentación de riqueza de algunos futbolistas?
Muchísimo, pero también hay jugadores con fundaciones e iniciativas solidarias estupendas y que no siempre se conocen.
Es muy amiga del padre Ángel, de Mensajeros de la Paz. ¿Su sempiterna corbata roja es por la selección española?
¡Nooo! Creo que es un símbolo. La corbata, para acercarse a los poderosos. El color rojo, para recordarles que quien se les acerca está al lado de los más humildes. El padre Ángel siempre dice una cosa que yo aplaudo: “No estoy en contra de que haya ricos. Estoy en contra de que haya pobres”.
¿Qué Mundial hace falta?
Un Mundial de la acogida, en el que todos los países compitan en solidaridad, y no en dar patadas a una pelotita. A ver quién gana a la hora de acoger a más refugiados, más migrantes, más pobres...
¿Y quién quiere que gane en Rusia, en el de la pelotita?
Ay, no me hagas hablar, que te diría quién no quiero que gane. Yo no soy futbolera. Soy del Barça. Y cuando juega contra el Madrid, muy del Barça.