La Vanguardia

Los mejores nunca descansan

De cómo Toni Kroos transformó un lema comercial en la salvación de Alemania

- DOMINGO MARCHENA Barcelona EL MOMENTO

La literatura en alemán ha aprehendid­o como pocas esos fogonazos que siguen deslumbran­do mucho después de que cerremos los ojos. Quizá uno de los mayores monumentos de este subgénero sean los Momentos estelares de la humanidad, del austriaco Stefan Zweig.

Los franceses tienen una palabra, tournant, para definir el instante exacto en que todo cambia. ¿Cuándo se derrumbó Constantin­opla? ¿Cuándo se gestó Waterloo? Zweig (18811942) construye una catedral con Catorce miniaturas históricas, el subtítulo de su obra.

Hay más momentos estelares, más miniaturas históricas, pero pocas veces tienen lugar ante una audiencia de centenares de millones de personas, como sucedió anteayer con el gol redentor de Toni Kroos, el 2-1 de Alemania ante Suecia en el último suspiro. El árbitro añadió cinco minutos al tiempo reglamenta­rio y el tournant llegó en el 95.

Nadie discute en Alemania la brillantez de este centrocamp­ista, de 28 años, que fichó el Real Madrid en el 2014. Los seguidores del Bayern Munich, su club de origen, todavía dicen hoy que ha sido el peor negocio de la entidad. Pero Kroos, a diferencia de otros compañeros de la Mannschaft, no cae excesivame­nte simpático. Se prodiga poco y parece frío y distante.

Muchas veces la timidez se confunde con la vanidad. Introverti­do o no, el jugador ha demostrado tener unos nervios de acero. El 0-1 nació gracias a un error suyo, un pase muy defectuoso. Cualquier otro (¿recuerdan la cara de Messi después de fallar el penalti ante Islandia?) se habría hundido o habría jugado atenazado por los nervios. Él no. A la metalúrgic­a de Thyssenkru­pp le ha surgido un competidor duro: Aceros Kroos.

Hasta entonces, los integrante­s de la selección alemana habían defraudado. Fracasaron en dos partidos de preparació­n antes de Rusia. Los aficionado­s les creían culpables de un delito de lesa soberbia. Perdieron el primer encuentro ante México. Otra derrota los echaba y los condenaba al peor resultado en los Mundiales, sólo camuflado por el empate que consiguió Marco Reus. Pero un empate no justifica el lema de la patrocinad­ora Mercedes Benz que los jugadores lucen en las camisetas de entrenamie­nto: “Los mejores nunca descansan”.

Toni Kroos le quitó las comillas al eslogan y lo convirtió en la tabla de salvación de Alemania. Minuto 95. Falta de Suecia en un lateral, fuera del área, sin ángulo para disparar a puerta. Todo el mundo esperaba un centro. Kroos golpeó flojito para que Reus pisara la pelota y la dejara en mejor posición. Y, entonces sí, chutó a portería. Fue una parábola maravillos­a, digna de Canito, de Mágico González, de Maradona, de...

La victoria trajo imágenes por las que la propia selección ha pedido disculpas, como cuando titulares y suplentes se abrazaron a un palmo del banquillo de Suecia, con gestos que los rivales interpreta­ron como una provocació­n. Hasta Toni Kroos, el antipático, cree que quienes ya los habían enterrado en Alemania “se habrían alegrado si nos hubieran eliminado”. Todavía no está claro qué pasará. Ni siquiera está garantizad­o el pase a octavos y parece difícil que la selección renueve el título de campeona que obtuvo en el 2014 en Brasil. Pero, pase lo que pase, el sábado por la noche, millones de personas de todo el mundo vivieron un momento clave, mágico, inolvidabl­e.

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ALEXANDER HASSENSTEI­N / GETTY Kroos estalla de alegría poco después de lograr el agónico 2-1

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