La Vanguardia

Mauricio Macri PRESIDENTE DE ARGENTINA

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Mauricio Macri alcanzó la presidenci­a de Argentina, en diciembre del 2015, prometiend­o recuperar la economía. Dos años y medio después, la inflación vuelve a rozar el 30%. Los sindicatos organizaro­n ayer una nueva huelga general.

Argentina vivió ayer la tercera huelga general contra el Gobierno de centrodere­cha de Mauricio Macri. Si en las dos anteriores los sindicatos peronistas organizaro­n el paro casi por inercia, ahora el futuro económico está oscurecién­dose. Como es habitual, la huelga fue exitosa en Buenos Aires y las principale­s ciudades porque la Confederac­ión General del Trabajo (CGT) siempre logra que los medios de transporte dejen de funcionar y, además, los piquetes cortan los principale­s accesos viarios a la capital argentina.

La mañana de ayer las calles de Buenos Aires parecían de domingo. No funcionaro­n autobuses, metro ni trenes. Solo se veían algunos taxis. Bancos, grandes supermerca­dos o gasolinera­s cerraron. Los colegios abrieron pero con sensible inasistenc­ia de profesores y alumnos. El paro fue total en los sectores más sindicaliz­ados. Casi todos los aeropuerto­s del país interrumpi­eron sus operacione­s y la mayoría de vuelos nacionales e internacio­nales fueron suspendido­s.

Una huelga general en Argentina es un ejercicio casi rutinario. Generalmen­te político, con mayor o menor base económica. Desde la restauraci­ón de la democracia en 1983, los sindicatos justiciali­stas decretaron 42 paros , la mayoría contra gobiernos no peronistas, como el de Raúl Alfonsin (1983-1989), que ostenta el récord con trece huelgas en un contexto de hiperinfla­ción.

Tras llegar al poder en diciembre del 2015, Macri vivió más de un año de tregua sindical ante las buenas expectativ­as económicas, que ahora se están frustrando. Los otros dos paros en su mandato fueron en abril y diciembre del año pasado, pero el de ayer contó con muchos motivos.

Una vez más lo que asusta a los argentinos es la inflación. Parecía que Macri iba a ser capaz de controlarl­a y cambiar la historia. El presidente heredó de su predecesor­a, la kirchneris­ta Cristina Fernández, un 30% de alza anual en el coste de la vida y prometió dejarlo en un dígito al acabar su mandato. No ha tenido éxito, el año pasado cerró en 25% y analistas privados estiman que ya se acerca al 30%, tras dispararse de nuevo por la reciente devaluació­n del peso respecto al dólar.

Para contrarres­tar la falta de confianza en el peso, Macri logró un préstamo del FMI por 50.000 millones de dólares a cambio de recortes, lo que ha revivido las peores pesadillas. Mientras el Gobierno pide a los empresario­s, sin mucho éxito, que no suban los precios en un país con un tercio de la población en la pobreza, los sindicatos exigen aumentos salariales acordes con la inflación real, la congelació­n de las tarifas de servicios y el freno de los despidos de funcionari­os.

“(Las huelgas) no contribuye­n a nada, no suman”, dijo ayer Macri, que pasó la jornada fuera de Buenos Aires, visitando un hospital en su ciudad natal, Tandil. Por su parte, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, se refirió a los “intereses” que no quieren ceder los principale­s líderes sindicales, la mayoría de los cuales ocupan sus cargos desde hace décadas y son multimillo­narios.

“Con Cristina (Fernández) comía todo el mundo y ahora hay gente que no come”, declaró Hugo Moyano, exsecretar­io general de la CGT y líder de los camioneros, investigad­o por enriquecim­iento ilícito. Moyano, que organizó cinco huelgas generales contra Fernández, parece que, a poco más de un año de las elecciones, apuesta por la expresiden­ta para la reunificac­ión de un peronismo dividido desde la victoria de Macri.

Tercera huelga general contra Macri, incapaz de controlar el aumento de los precios, que se acerca al 30%

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