La Vanguardia

Harley-Davidson se lleva parte de su producción de motos fuera de EE.UU.

Drástica decisión para sortear el contraataq­ue arancelari­o de la UE a Trump

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Dicen que cumplir un sueño no tiene precio pero cobrar 2.200 dólares más de lo normal por sus míticas motociclet­as no era una opción para Harley-Davidson, una empresa que define su misión como hacer que sus clientes “cumplan sus sueños de libertad” y que ayer anunció que se llevará parte de su producción fuera de Estados Unidos para sortear los efectos de la guerra comercial iniciada por Donald Trump contra la Unión Europea.

No es el tipo de decisión que Trump anticipó cuando decidió subir los aranceles a las importacio­nes de acero y aluminio y aseguró que las guerras comerciale­s “son fáciles de ganar”, mucho menos tratándose de una marca que él mismo considera “uno de los grandes iconos de América” y a la que ha felicitado por fabricar en el país. Pero la empresa, que ve cómo los moteros estadounid­enses envejecen y depende más y más de sus ventas en el exterior, ha llegado a la conclusión de que no tenía alternativ­a después de que la Unión Europea contraatac­ara subiendo los aranceles a las importacio­nes de motos estadounid­enses, entre otros artículos. La medida entró en vigor el viernes y afecta a bienes por un valor total de 3.200 millones de dólares selecciona­dos con clara intención política, para mover el debate nacional.

“El tremendo aumento de coste, si se pasara a los clientes y distribuid­ores, habría tenido un efecto negativo y duradero para nuestros negocios en la región”, explicó la empresa en una nota a los inversores para explicar cómo iba a reaccionar a la nueva situación. La UE le ha subido el tipo de arancel del 6% al 31%, lo que se traduciría en un sobrecoste medio de 2.200 dólares por moto, unos 100 millones de dólares al año que no quiere cobrar a sus clientes europeos pero que tampoco puede absorber. Con 40.000 motociclet­as vendidas en el 2017 , el 15% de su producción total, Europa es el segundo mercado mundial de Harley-Davidson.

La empresa fue fundada en 1903 por los hermanos Arthur y Walter Davidson en Milwaukee, Wisconsin, uno de los estados que llevaron a Trump a la Casa Blanca en las elecciones del 2016. Por primera vez desde 1984, el candidato republican­o se impuso a su rival demócrata en voto popular, aunque por un margen de menos del 1%. “Os vamos a ayudar”, prometió a los ejecutivos y trabajador­es de la mítica compañía cuando hace un año les recibió en los jardines de la Casa Blanca y los puso una vez más como ejemplo de empresa perjudicad­a por las barreras arancelari­as a los productos estadounid­enses.

Paradójica­mente, la proteccion­ista política comercial de Trump va a llevar a Harley-Davidson a aumentar sus inversione­s en las fábricas que ya tiene fuera de Estados Unidos (Brasil, India, Tailandia o Australia), aunque no ha indicado dónde. La empresa, que también puede verse afectada por el encarecimi­ento del acero, no ha revelado si la deslocaliz­ación se traducirá en una pérdida de empleos en las plantas de Estados Unidos, que en los últimos tiempos han sufrido varias reestructu­raciones. “Aumentar la producción internacio­nal para aliviar la carga de las tarifas europeas no es la preferenci­a de la compañía –dijo en el comunicado, consciente del valor que en su caso tiene la etiqueta Made in the US– pero es la única opción sostenible”.

A pesar de que los mercados y los inversores han reaccionad­o con calma a la escalada de las tensiones comerciale­s globales, confiando en que no se materializ­aran, la decisión

“Os vamos a ayudar”, prometió el presidente a los ejecutivos y los trabajador­es de la icónica marca de motos

de Harley-Davidson demuestra que los riesgos del conflicto van en serio. Ni la UE ni Canadá ni China se han quedado de brazos cruzados ante su ofensiva contra las importacio­nes de acero y aluminio y han respondido con aranceles a otros productos estadounid­enses. Trump a su vez, amenaza con nuevas represalia­s: un arancel del 20% a los vehículos europeos que “inundan” Estados Unidos.

“¡Fabríquenl­os aquí!”, exigió hace unos días. Una de las pocas que lo hace es la alemana Daimler, otra empresa perjudicad­a por su política comercial: acaba de prever una reducción de beneficios como consecuenc­ia de los recargos que China ha impuesto a la importació­n de coches procedente­s de Estados Unidos. La espiral arancelari­a avanza veloz como una Harley.

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SARA STATHAS / REUTERS Una moto Harley-Davidson en el museo de la marca en Milwaukee, Wisconsin

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