Nunca llueve a gusto de todos Si Argentina queda eliminada, les caerán “soretes de punta”, una expresión de origen lunfardo que designa un aguacero
Como es lógico y preceptivo, en el Mundial de fútbol de Rusia nunca llueve a gusto de todos. Es lógico, porque en cualquier ámbito de competición, unos ganan y otros pierden, pero hay casos que sobrepasan la norma. Como hoy. A las ocho, hora de aquí, Argentina juega contra Nigeria, e Islandia, contra Croacia. El único que juega tranquilo es el equipo de Rakitic, ya clasificado, pero la Argentina de Messi vivirá dos horas en vilo, pendiente de la combinación de resultados. De hecho, es probable que el Cono Sur viva un deslizamiento tectónico que deje al país al borde del abismo. Si Argentina queda eliminada, les caerá un aguacero cercano al diluvio universal. En el idioma de los argentinos (Borges dixit) les “caerán soretes de punta”, una expresión procedente del lunfardo con connotaciones que, según como acaben los partidos de hoy, serán muy adecuadas para definir el estado anímico de los argentinos. Porque el lunfardismo “sorete” designa un excremento, sinónimo de “zurullo” o “mojón” y, por tanto, “caer soretes de punta” define una lluvia poco purificadora. La solución del catalán para definir un buen aguacero es más neutra. Diremos que “plou a bots i barrals”, dos recipientes de líquidos. En español europeo las expresiones “llueve a cántaros” (recipientes) o “caen chuzos de punta” (palos) tampoco contienen ninguna alusión a la mierda. Confiemos que el corazón de los argentinos resista la lluvia y, por el bien de Messi –ergo, del barcelonismo–, que la sangre no llegue al río.
“Caer soretes de punta” demuestra que hay muchas maneras de aguantar la lluvia. En Francia, cuya selección de momento va bien en el Mundial, dicen “il pleut des grenouilles” (ranas) o bien “comme vache qui pisse” (sí, es inevitable pensar en la vaca que ríe y asociarla a la que se mea de risa). En Portugal, Brasil u otros países lusófonos “está chovendo canivetes” (cuchillos) o “barba de sapo”. En Alemania llueven perritos; en Dinamarca, aprendices de zapatero, y en Croacia, ratas (dicen algo traducible por “la lluvia mata a las ratas”). En un Mundial lluvioso Inglaterra siempre es una de las selecciones favoritas. En inglés, cuando cae un aguacero dicen que “it’s raining cats and dogs” (gatos y perros). El origen etimológico contiene, como suele suceder en estos casos, diversas teorías. La explicación lógica habla del deficiente sistema de drenaje que acumulaba cadáveres de animales, incluidos gatos y perros, que luego flotaban cuando el aguacero era considerable. Pero hay otras teorías más vistosas, también relacionadas con la corrupción, aunque en este caso no de cuerpos sino de palabras. Según estas etimologías (re)creativas, el origen de tan extraña lluvia animal sería la corrupción o bien de un vocablo que en francés antiguo designaba a las cascadas (catadupe )o bien del griego “kata doska”: contrario a lo que se espera. Queda claro que nunca llueve a gusto de todos.