Simbolismos y realidad
La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa ha descolocado no sólo al PP y a Ciudadanos, sino también al Govern de Catalunya. La partida de póquer del procés soberanista, con farol, traspiés y sufrimiento incluidos, se plasma en los movimientos del president Torra. A Torra le faltan brazos, piernas y alma para cumplir con éxito el ejercicio de desdoblamiento que viene llevando a cabo desde que asumió el cargo. Buena prueba de ello se reflejó en el acto de inauguración de los Juegos Mediterráneos en Tarragona. El president había anunciado su desplante a Felipe VI, para finalmente, tras el encuentro entre ambos, saludarse cordialmente pero con frialdad –eso sí– y luego compartir el palco de autoridades tan sólo separados por Sánchez.
Los equilibrismos de Torra, de un lado, para simbolizar su firmeza en las aspiraciones independentistas, y del otro, para compatibilizar sus compromisos y obligaciones institucionales como jefe del Govern, requieren de un esfuerzo casi titánico para mostrar a soberanistas que el Govern en ningún caso se plegará al Estado, evitando confrontación, más allá de lo estrictamente permisible, con las normas constitucionales y estatutarias que puedan acarrearle alguna consecuencia judicial. Entre simbolismos y realidad anda el juego.
J.M. FERNÁNDEZ-ARROYO Barcelona