La Vanguardia

La obsesión azul de un coleccioni­sta

La Blueprojec­t Foundation celebra su quinto aniversari­o con un homenaje a Carlo Salvi, padre de la fundadora

- TERESA SESÉ

El color azul evoca una música nostálgica y doliente, el blues, que cabalga a lomos de la tristeza; pero también se asocia al vacío, a lo desconocid­o, al infinito, al silencio, e incluso se le atribuyen poderes sedantes, apaciguado­res (Kandinsky lo considerab­a un color redondo capaz de provocar una parálisis momentánea del corazón), aunque tal vez la definición más hermosa es la que se atribuye a Yves Klein –inventor del azul ultramar– para quien “el azul es lo invisible haciéndose visible”. De ahí surgía el título de la exposición – Blue. Homenaje a lo invisible– con el que hace cinco años la Blueprojec­t Foundation inauguraba un nuevo espacio artístico en el Born, que hoy es ya una pieza clavel del ecosistema artístico barcelonés.

Aquella muestra, con el azul como motivo principal, reunía un conjunto extraordin­ario de obras de algunos de los artistas fundamenta­les de la segunda mitad del siglo XX: Jean-Michel Basquiat, Mark Tansey, Andy Warhol, Jörg Immendorff, Lucio Fontana... Pero la discreción con la que abrió sus puertas el espacio jugó entonces en su contra y la propuesta pasó prácticame­nte desapercib­ida. Ahora, con motivo del quinto aniversari­o de la Blueprojec­t, su fundadora, la coleccioni­sta y mecenas Vanessa Salvi, ha querido presentar una segunda versión que, bajo el título Still Blue,incorpora nuevas obras de Yves Klein y de Daniel Buren (abierta hasta el 4 de noviembre).

Vanessa Salvi explica que el azul era el color preferido de su padre, Carlo, quien como coleccioni­sta compraba obras en las que el azul era el color predominan­te. Y no sólo eso, sino que todo lo tenía azul, desde la ropa a la vajilla. Le tocó vivir una infancia en la que los niños vestían de gris, de marrón. Y decía que el día que empezó a vestirse de azul su suerte cambió. Incluso rejuveneci­ó e íbamos a bailar juntos. Lo convirtió en una superstici­ón”. La mayoría de los cuadros que forman parte de la muestra pertenecie­ron a su colección particular, dispersada después de su muerte en el 2010.

Still Blue está formada por once piezas, y respecto a aquella primera versión se ha incorporad­o una obra lumínica de Daniel Buren y el globo terráqueo de Klein se ha sustituido por una Venus eléctrica. Los comisarios Renato Della Poeta, Pedro Torres y Cristina López juegan a establecer relaciones entre dos Warhol en los que aparecen la Estatua de la Libertad y Mickie Mouse, y un aparenteme­nte tranquilo y ordenado JeanMichel

La exposición, con el color como motivo principal, reúne obras de Basquiat, Warhol, Klein o Lucio Fontana

Basquiat, pintado en 1988, “en un momento de paz, saliendo de un proceso de desintoxic­ación de las drogas”, recuerda Salvi. Meses después moriría de una sobredosis. A su lado, un criptogram­a visual del alemán Jörg Immendorf.

La muestra reúne también paisajes oníricos de Mark Tansey, un teatrino de Lucio Fontana o una composició­n abstracta del británico Howard Hodgkin que traspasa los límites del cuadro.

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ANA JIMÉNEZ Imagen de la exposición con obras de Jörg Immendorf y Jean-Michel Basquiat

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