Maneras de ir de farol
Se ha escrito mucho sobre Clara Ponsatí y su afirmación “estábamos jugando al póquer e íbamos de farol”. Las reacciones que ha provocado ponen en evidencia la distancia que separa el discurso teórico de los expertos y el lenguaje acomodado a la moral característico de la comunicación política. Clara Ponsatí es una economista especializada en la aplicación de la teoría del juegos a las estrategias de negociación. Y en este rama de conocimiento el concepto de farol interpreta un papel muy relevante. Von Neumann y Oskar Morgenstern ya se ocupaban de este recurso en la obra fundacional de aquella teoría, La teoría de juegos y el comportamiento económico (1944), donde dejaban claro que ir de farol podía ser una estrategia racional cuando se trata de decidir teniendo en cuenta las posibles decisiones de los demás. Posteriormente, quienes, como Thomas Schelling, han estudiado cómo se podía aplicar esta teoría a las estrategias utilizables en los conflictos entre naciones, también han visto este recurso como un medio que podía ser provechoso si se sabía usar. En la Game theory, como en el póquer, ir de farol puede ser una estrategia astuta y ganadora. Ayer, la ex consellera se mostraba convencida de que el Govern podía haber ganado la mano que se jugaba si tras el 1-O hubiera asumido el riesgo de mantener la simulación hasta el final. Según ella, no perdieron la mano porque fueran de farol, sino porque jugaron mal, pero perder una mano no significa perder la partida.
Clara Ponsatí no ha sido la primera a decir que el gobierno catalán iba de farol. Antes del 1-O, el economista Manuel Conthe ya había descrito la partida que jugaban los gobiernos español y catalán como un juego de farol descubierto (called bluff) como el
En la teoría de juegos, ir de farol puede ser una estrategia astuta y ganadora
descrito por Glenn H. Snyder y Paul Diesing en su libro Conflict among nations (1977). En este juego, una parte cree que está jugando al juego de la gallina y amenaza con un desastre si no hay acuerdo, mientras que la otra prefiere afrontar el conflicto a un mal acuerdo, para obligar a ceder a quien va de farol, a semejanza de lo que sucede en el póquer cuando un jugador va de farol y otro adivina el engaño y opta para verlo. Esta descripción, que después el mismo Conthe adaptó a la situación inmediatamente posterior a la DUI, parecía corresponderse fielmente al comportamiento que siguió el gobierno de Rajoy.
Pero Snyder y Diesing no sólo hablan de los faroles descubiertos. También distinguen entre dos tipos de faroles: los faroles puros, que son los que se concretan en amenazas proferidas por alguien que no tiene ninguna intención de llevarlas a cabo, y los faroles problemáticos, que son aquellos en que quien profiere una amenaza no sabe, en el momento de hacerlo, si la llevará a cabo o no, si se da la ocasión. Como señalan los mismos autores, a menudo no es fácil distinguir los faroles puros de los problemáticos. Y siempre resulta prudente recordar que quienes van de farol puro pueden ir de la mano con quienes van de farol problemático y esperan provocar una ocasión que no sea tan calva como la pintan.