Suárez despierta a Rusia
Uruguay barre a la anfitriona y se queda con el primer puesto del grupo A
Demasiado entusiasmo había despertado la modesta selección de Rusia tras golear al débil equipo de Arabia Saudí y superar a un Egipto mermado con Salah aún resentido de su lesión. El seleccionador de los anfitriones, Stanislav Cherchésov, había confesado que a pesar de haber cumplido el principal objetivo (pasar a octavos) querían luchar para ser primeros de grupo. Unas palabras que han dado pie a la prensa y la televisión rusas a adoptar una posición combativa, como si se tratara (y desgraciadamente se trata) de una cuestión nacional. “¡Mostremos los dientes a Suárez!”, titulaba ayer el diario Sport-Express, haciendo referencia al desgraciado episodio del mordisco en el anterior Mundial de Brasil 2014.
El propio delantero del Barcelona se encargó de bajar de la nube a los anfitriones, que al ser segundos se medirán a España en octavos de final el domingo. En una excelente actuación, la estrella de los charrúas dio juego a sus compañeros, defendió cuando era preciso y puso su nombre en el marcador del encuentro. El primero de los goles fue suyo, al ejecutar una falta directa colando el balón por el hueco que hicieron los uruguayos infiltrados en la barrera.
La escuadra celeste controló el partido en casi todas las fases de los noventa minutos. A Rusia le costó siempre ganarse un espacio en el centro del campo, y tuvo que luchar a brazo partido para pasar esa zona y llegar arriba. Las mejores ocasiones de los locales llegaron tras el gol de Suárez. El héroe ruso del Villarreal Denis Cherysev no acertó a batir a Muslera en una clara ocasión cara a cara. Y el gigantón Artiom Zyuba, destacado por su tesón en el partido de Egipto, remataba al estilo inglés lo poco que le llegaba de cabeza.
Dos jugadas posteriores dejaron prácticamente hundida a la selección rusa. La primera fue el 2-0, obra del medio del Génova Diego Laxalt, que tras un córner disparó desde fuera del área. El balón lo desvió Cheryshev, despistando a Ígor Akinféiev en un extraño autogol.
La segunda llevó a las líneas rusas, si cabe, mayor desgracia. El árbitro senegalés Malang Diedhiou expulsó por segunda amarilla a Ígor Smólnikov. Al defensa del Zenit de San Peterburgo no le quedaron muchas más opciones cuando Laxalt puso en marcha la locomotora y superó por fuerza a la defensa rusa por la banda izquierda. La pérdida de un hombre cubrió con una manto de silencio no sólo al equipo ruso, sino también a la grada del Samara Arena en una tarde de inusual calor, con el termómetro apuntando a los 35 grados en esa ciudad del Volga.
El descanso vino bien a los locales, que en el segundo tiempo lucharon como jabatos entre el centro del campo y el área de los uruguayos. Con uno menos, Zyuba tuvo que bajar para conectar con los medios. Pero a pesar de gastar hasta el último aliento, no lograron ocasiones que preocuparan a Muslera. En el minuto 60 Cherchésov dio entrada al delantero centro Fiódor Smólov, pichichi en dos de las tres últimas ligas nacionales pero que hasta el momento no ha tenido papel protagonista en este Mundial. La apuesta, ofensiva, sirvió para demostrar la calidad de este delantero pero en pequeñas dosis.
Los de Óscar Tabárez, que no se obsesionaron con el ataque, mantuvieron el control y aprovechaban cada pérdida de balón de los rusos para enfilar hacia arriba e intentar aumentar la cuenta. En una de ésas, Suárez siguió llevando peligro, pero generoso asistió a Cavani, su compañero en punta. De hecho, ambos se encontraban juntos cuando Godín remató un córner que rechazó Akimféiev. El balón quedó muerto a los pies de ambos. Esta vez le tocó al delantero del PSG empujar el balón y anotar su primer gol en el Mundial.