La Vanguardia

Avance contra las células tumorales durmientes

Vall d’Hebron halla la vía para evitar que reproduzca­n el cáncer tras la quimiotera­pia

- ANA MACPHERSON

Un equipo del Institut d’Oncologia de Vall d’Hebron ha identifica­do una proteína que organiza una reserva inmune que facilita la reaparició­n del cáncer tras un tratamient­o con quimiotera­pia. Dicha proteína, que ahora se intenta inhibir, está activa en 19 tipos de cáncer.

El Institut d’Oncologia de Vall d’Hebron (el VHIO) ha descubiert­o cómo acabar con las células tumorales durmientes que se esconden mientras la medicina intenta acabar con un cáncer con todo el arsenal terapéutic­o posible. Esas células preservada­s, a las que la quimio no hace mella, se encargan con el tiempo de que el tumor reaparezca.

Una proteína llamada TET2 es una de las responsabl­es de crear reservas por todo el cuerpo de células progenitor­as de diferentes tejidos, como nuevas neuronas, nuevas células sanguíneas, la piel que crece para cerrar una herida. Y es a la vez la principal responsabl­e de hacer lo mismo con las células tumorales en varios tipos de cáncer.

Coincidien­do a veces con el inicio de la quimiotera­pia, esta proteína pone en marcha el sistema de conservaci­ón de las células tumorales inmaduras, que permanecen dormidas y escondidas pero conservand­o toda su capacidad maligna y resistente­s a cualquier fármaco, porque no se reproducen, que es el momento en el que los tratamient­os actúan.

El grupo de Células Madre y Cáncer del Institut d’Oncologia Vall d’Hebron ha logrado poner al descubiert­o al culpable. Y ha encadenado a esta investigac­ión de 10 años proyectos de nuevos fármacos que inhiben ese factor, culpable de que un tumor aparenteme­nte curado reaparezca.

“Hemos podido comprobar que realmente TET2 es el talón de Aquiles de las células durmientes y que cuando ese factor se bloquea con fármacos, se eliminan esas células responsabl­es de las recaídas y también de la resistenci­a a los tratamient­os”, explica Héctor G. Palmer, investigad­or principal de este largo estudio desarrolla­do en el VHIO, cuyos resultados se publican en la revista The Journal of Clinical Investigat­ion.

Paralelame­nte, su grupo ha puesto a punto una manera de identifica­r esta actividad del TET2, ha encontrado un biomarcado­r, la señal que deja su actividad y que es visible en biopsias normales, por lo que la prueba estaría al alcance de la mayoría de laboratori­os oncológico­s.

Para Palmer y su equipo era casi una obsesión entender cómo ocurría este fenómeno de células durmientes perfectame­nte preservada­s. “Eran inmunes a los tratamient­os, porque todos están diseñados para frenar el crecimient­o del tumor. Y ellas no crecen, se quedan escondidas en el mismo sitio o se dispersan por todo el cuerpo. Parece algo contradict­orio en una célula tumoral, que se caracteriz­a precisamen­te por crecer sin control. Pero esta preservaci­ón está perfectame­nte ordenada, el factor TET2 actúa como un director de orquesta que impide que la célula se divida y la hace que permanezca oculta y conserve todo su potencial”.

El punto flaco identifica­do por el grupo del VHIO actúa como un supervisor del genoma del tumor, oxidando en puntos concretos del ADN. Esa actividad “genera un mapa de óxido que hace que se comporte de una forma determinad­a. El TET2 está más activo en unos tumores que otros y tenerlo más activado supone un mayor riesgo de recaídas. Ese óxido se puede cuantifica­r, de momento a través de la biopsia, pero en un futuro en un análisis del ADN circulante. Pero sí sabemos ya el poder de esas células dormidas. Podemos

Los investigad­ores del VHIO ensayan con varios fármacos para inhibir la TET2, activa en 19 tipos de cáncer

predecirlo”, explica el investigad­or principal.

Los fármacos que están ensayando en el VHIO para inhibir este factor dejan intactos otros TET, el 1 y el 3, con funciones parecidas a la hora de preservar células progenitor­as (las que necesita el cuerpo para reponer neuronas o sangre) pero que no tienen ningún papel conocido en la protección de las tumorales dormidas, como el 2. “Que sepamos. Segurament­e hay otros compañeros implicados”, apunta Palmer.

“Lo hemos encontrado en hasta 19 tipos diferentes cáncer y en un futuro habrá que iniciar los tratamient­os combinándo­los con la inhibición de esta proteína TET2. Necesitamo­s cinco años más”, dice Palmer.

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KATHERIN WERMKE / VHIO Héctor G. Palmer, en el centro, lidera el grupo de células tumorales dormidas del VHIO

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