Agónica clasificación de la Argentina de Messi
El argentino define en un partido dramático, el croata reserva energías
Tan confortable resultaba la posición de Croacia que el seleccionador decidió reservar a Rakitic para mejores ocasiones. El centrocampista del Barça, que no entró en juego hasta el minuto 81, apenas tuvo tiempo de desentumecer los músculos, sudar un poco y celebrar el gol de la victoria contra Islandia. A 1.500 kilómetros, en San Petersburgo, la situación de otro barcelonista, Messi, era opuesta. Argentina jugó con un decorado dramático y permaneció eliminada durante 56 minutos. Estaba a punto de desatarse una tempestad de lágrimas e improperios, que es como se conmemoran tradicionalmente las derrotas en el país de la albiceleste, cuando el central Marcos Rojo consiguió un gol heroico a 4 minutos para el final.
Messi acompañará a Rakitic a los octavos de final. El argentino se enfrentará a la Francia de Umtiti, de Dembélé, del Griezmann que no pudo ser. Lo hará desde la condición de víctima, porque el equipo de Sampaoli sigue jugando desde el estómago, desde la sangre que manó durante casi toda la segunda parte de una ceja de Mascherano, un internacional que se niega a reconocer que está amortizado. El Jefecito cometió un penalti de VAR que propició el empate de Nigeria y dejó a la albiceleste en estado de coma profundo.
Una corriente de opinión alimentada por Pep Guardiola sostiene que el equipo que tiene a Messi siempre es candidato. De hecho, el 10 firmó ayer una diana de alto valor técnico después de controlar, primero con el muslo y seguidamente con el pie izquierdo, en carrera, un balón larguísimo de Banega. Sampaoli practicó cinco cambios respecto a su primera alineación en Rusia, pero el espectáculo es el mismo. Messi, si no se deja arrastrar por el patetismo general, y diez más. Un fútbol angustiado, inconexo, siempre suplicando al espíritu individual y llamando a la épica. Messi marcó –ha visto portería en tres Mundiales–, Messi estrelló un falta en el palo, Messi arengó a la plantilla en el descanso, Messi volvió a sufrir, Messi caminó por una arista del abismo... Mientras tanto, Ivan Rakitic descansaba porque Croacia actúa con un plan colectivo y con perspectiva de torneo.
Messi sonríe y Rakitic también, pero sus perspectivas inmediatas parecen muy diferentes. Croacia se ha ganado el cartel de favorita en la eliminatoria contra Dinamarca, pero si falla el pronóstico no ocurrirá una tragedia. A Argentina se le exigirá frente a Francia una heroicidad que, salvo una progresión drástica en su juego, no podrá llevar a término. Y lloverán lágrimas sobre Buenos Aires, y miles de dedos acusadores señalarán a los frustrados futbolistas. Fuera del Camp Nou, Messi y Rakitic viven en mundos antagónicos. El del argentino es el mundo en que el portero Armani debutó como internacional con 31 años, el mundo en el que Maradona va al palco a gesticular histriónicamente o a sestear, como hizo ayer, en protesta por el juego del equipo.