El objetivo del “agnóstico espiritualista”
A Francia le cuesta todavía descifrar a Emmanuel Macron. El personaje presenta ambigüedades, cuando no enigmas, en su vida privada y en su ideario. Uno de ellos es su fe. Su familia no era religiosa pero él, a los 12 años, siendo alumno de una escuela jesuita, en Amiens, decidió bautizarse. Un estrecho colaborador lo ha definido como “agnóstico espiritualista”, un concepto sincrético, como el movimiento que lo llevó al Elíseo, La República en Marcha. Él mismo se ha calificado de no creyente aunque “receptivo a la presencia de la trascendencia”.
La visita de ayer a la Santa Sede se inscribe en la relación diplomática obligada. A nadie se le escapa, sin embargo, que Macron tiene interés en cortejar al electorado católico. En el primer turno de las últimas presidenciales, el 46% de los católicos practicantes votó al conservador François Fillon. El presidente francés, dentro de su estrategia transversal, de su voluntad de consolidarse como expresión de un gran centro político, cree que hay terreno por conquistar entre los católicos moderados. El pasado 9 de abril pronunció un discurso importante en el Colegio de los Bernardinos, en París, en el que abogó por “reparar el deteriorado vínculo entre la Iglesia y el Estado”. Macron mostró una complicidad con los obispos que escandalizó a los puristas del laicismo francés. El izquierdista Jean-Luc Mélenchon lo acusó de “delirio metafísico”. La ultraderechista Marine Le Pen le reprochó pretender “anestesiar a los católicos”.
Pese a sus esfuerzos, el macronismo no lo tiene nada fácil para seducir a los católicos. Estos no son un bloque monolítico. Están muy divididos. Existe en Francia un sector católico muy conservador que ve con serias reservas –y hasta animadversión– al papa Francisco. A estos creyentes les irrita su actitud ante la inmigración, que consideran demasiado abierta y buenista. Lamentan que Bergoglio no sea sensible a los miedos existenciales de la sociedad francesa en este ámbito. Estos católicos de derechas son críticos también con la línea socioeconómica del Papa, por demasiado agresiva contra el sistema capitalista. En una parroquia parisina se organizó un debate con este título: “¿Se puede ser católico y ganar dinero?”.