El presidente macedonio veta el acuerdo sobre el nuevo nombre
El pacto de “Macedonia del Norte” provoca también una dimisión en Grecia
El acuerdo sobre “Macedonia del Norte”, el nuevo nombre para la república exyugoslava pactado entre los gobiernos de Skopie y Atenas, sigue provocando turbulencias políticas en ambos países. El presidente macedonio, Gjorge Ivanov, cumplió ayer su amenaza y se negó a firmar la ley de ratificación aprobada por el Parlamento. Mientras, la mayoría gubernamental en Grecia quedó debilitada con la dimisión de un diputado.
Los macedonios se juegan mucho con la aprobación del acuerdo: la UE se propone abrir negociaciones para su adhesión en junio del 2019 –los socios pusieron ayer fecha en Luxemburgo–, algo que hasta ahora había sido imposible debido al veto de Atenas por la disputa del nombre.
La negativa de Ivanov, cercano a la oposición nacionalista y virulento detractor de cualquier concesión ante Grecia, no ha sido ninguna sorpresa. El presidente argumentó que el acuerdo suscrito por el primer ministro socialdemócrata, Zoran Zaev, es anticonstitucional, “amenaza la identidad nacional, la particularidad de la nación macedonia, la lengua y el modelo de coexistencia”, y pone a su país “bajo la subordinación” de Grecia.
La maniobra de Ivanov entorpece la aprobación del acuerdo pero parece difícil que lo haga descarrilar. Según la Constitución, si el presidente se niega a firmar una ley ésta regresa al Parlamento y si es aprobada de nuevo por mayoría absoluta, estaría obligado a firmarla, aunque no hay consecuencias legales previstas en caso de que vuelva a negarse. Hace unos meses, Ivanov ya protagonizó un pulso con el Gobierno de Zaev al negarse dos veces a firmar una ley para reconocer el albanés –que habla el 25% de la población– como la segunda lengua oficial del país.
El presidente no es el único obstáculo para Zaev. El acuerdo será sometido a referéndum en otoño, en una fecha aún sin precisar. La derecha nacionalista, la fuerza más votada, llama a votar no. Zaev ha dicho que dimitirá si pierde.
Incluso si gana el referéndum, Zaev deberá lograr una mayoría de dos tercios en el Parlamento para aprobar la revisión constitucional, mayoría que de momento no tiene.
También en Grecia el primer ministro, Alexis Tsipras, está en el ojo del huracán por el acuerdo con Skopie. Su mayoría parlamentaria quedó ayer debilitada con la dimisión de un diputado de Griegos Independientes (Anel), el partido nacionalista con el que los izquierdistas de Syriza gobiernan.
Yorgos Lazaridis es diputado por Salónica, segunda ciudad del país, en la región septentrional griega de Macedonia, donde el acuerdo suscita más indignación. “He tomado esta decisión ante Dios y la patria”, dijo Lazaridis, que seguirá en su escaño como independiente pese a las quejas del partido. El diputado recordó que Anel se ha opuesto “desde su fundación” a que un acuerdo sobre el nombre del país vecino incluyese la palabra “Macedonia”.
No es la primera fractura en Anel: el 15 de junio, un diputado fue expulsado del partido porque votó contra Tsipras en una moción de confianza presentada por la oposición conservadora.
La mayoría gubernamental se queda en 152 diputados –145 de Syriza y 7 de Anel– sobre un total de 300, aunque el portavoz del Gobierno insistió ayer que la coalición es “absolutamente estable”. No hay peligro inmediato para Tsipras: la oposición no puede presentar otra moción en al menos seis meses.
La renuncia de un diputado nacionalista, el segundo, debilita la mayoría parlamentaria de Tsipras