El president retoma en EE.UU. la diplomacia exterior del Govern
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, inició ayer un viaje de cinco días a Washington, su primer desplazamiento al extranjero más allá de sus visitas a Berlín y Bruselas. El motivo oficial del viaje es la inauguración del Folklife Festival del Smithsonian Institute, que este año tiene a Catalunya y Armenia como culturas invitadas. La agenda de Torra incluye algunos actos de calado más político, como la inauguración del Catalonia American Council. Se trata de una organización privada sin ánimo de lucro creada por el exdelegado en Washington Andrew Davis, que se quiere arropar pero que no sustituye a la delegación de la Generalitat en Estados Unidos, que precisamente ayer el Govern anunció que va a reabrir de inmediato. El president se reunirá también con una oenegé que asesora a entes subestatales en resolución de conflictos según el derecho internacional y se entrevistará con el diario The Washington Post.
Torra pronunciará mañana un discurso en la inauguración del festival junto con el presidente armenio, Armen Sarkissian, un acto en el que también intervendrá el embajador de España en Estados Unidos, Pedro Morenés. Aunque el acto tiene un carácter netamente cultural, la sombra de la sospecha y la desconfianza mutua han planeado desde el principio. El entorno de la embajada española en Washington critica el hermetismo de los organizadores del festival –no del Smithsonian Institute en sí–, cuyo director, Michael Mason, ha puesto de relieve en la presentación del acto el delicado contexto político en que Catalunya desembarca en la capital federal y prevé “conversaciones significativas y dramáticas”.
El Folklife Festival se organiza en Washington desde 1967 y es una auténtica exaltación de la cultura tradicional de países o territorios poco conocidos para los estadounidenses. Instalado al aire libre en la paradigmática explanada del Mall, entre el Capitolio y el obelisco del monumento a George Washington, será un marco espectacular para presentar tradiciones como la Patum de Berga, los diables de Igualada, las sardanas o las colles de Valls, que movilizarán en dos actos diferentes a un total de 300 personas.
El posible uso político de cara a la opinión pública internacional de una imagen tan potente e icónica como un castell en el corazón de Washington ha puesto en alerta al Gobierno central y la embajada en Washington, donde se recuerda con nostalgia la buena colaboración que hubo hace dos años cuando el País Vasco fue la cultura invitada del festival.
Organizado por el Gobierno de Euskadi y las tres diputaciones forales, la participación en el Folklife costó un total de 1,2 millones de euros, según trascendió a raíz de una pregunta parlamentaria de Podemos. La cuantía del convenio firmado en junio del 2016 entre el Departament de Cultura del Govern y el Smithsonian Institute no ha trascendido, pero se encuadraba, en parte, dentro de la estrategia para atraer turismo de calidad a Catalunya. Más de un millón de personas pasa cada año por el festival, aunque su impacto a través de internet es mucho mayor.