La Vanguardia

La Fiscalía mantiene con firmeza todas sus acusacione­s sobre el 1-O

- J. M.ª BRUNET

La Fiscalía no se ha movido ni un milímetro de sus posiciones iniciales sobre el caso 1-O, mientras más allá de los muros de las instancias judiciales se habla con insistenci­a de una supuesta etapa de distensión, que de momento no tiene traducción entre las togas. El primer signo vendrá, con toda probabilid­ad, del ámbito penitencia­rio, en términos de traslado de los presos preventivo­s a cárceles de Catalunya. Ya dijo el magistrado del Supremo encargado del caso, Pablo Llarena, que ese no era asunto suyo, sino de Institucio­nes Penitencia­rias, organismo dependient­e del Ministerio del Interior.

Pero lo que sí es materia del Supremo es decidir sobre la situación de los procesados. Eso no supone decidir dónde están encarcelad­os, sino por qué lo están. Y a este respecto la Fiscalía se mantiene inflexible. El fiscal general saliente, Julián García Melgar, ya ordenó que se pidiera la libertad de Forn. Y la Fiscalía lo hizo, subrayando que seguía una instrucció­n directa de su jefe máximo. Es decir, contra el criterio de los fiscales encargados del caso. Y el juez denegó la excarcelac­ión.

La Fiscalía General está a punto de cambiar de titular. La fiscal propuesta, María José Segarra, acude hoy al Congreso para la comparecen­cia preceptiva antes de acceder al cargo. Habrá que ver si de su mano aparecen nuevos matices en el discurso de la institució­n que va a dirigir. Pero el letrado Xavier Melero, abogado de Forn, lanzó ayer una lúcida advertenci­a sobre la naturaleza de la Fiscalía. Dijo que no esperaba una modificaci­ón de la postura de los fiscales por el cambio de Gobierno, y que “quien crea que la Fiscalía funciona a golpe de teléfono o a toque de pito de alguien conoce muy poco sus usos y costumbres”. El toque de pito, en efecto, se aviene mal con los fiscales. Pero no carecen de sensibilid­ad y capacidad de adaptación si se dan las circunstan­cias adecuadas.

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