La Vanguardia

Los centros que albergan animales intervenid­os sufren graves carencias

- A. CERRILLO

En España no existe un centro de rescate de referencia para depositar con inmediatez los animales incautados y garantizar así su superviven­cia. Ese sería el paso previo para organizar su devolución al país de origen o su traslado a un centro especializ­ado que pueda alojarlo de manera permanente.

En total, hay 35 centros que albergan especímene­s vivos decomisado­s (cerca de 13.000 especímene­s de más de 200 especies diferentes). Sin embargo, tan sólo cinco de estos centros cuentan con el correspond­iente convenio de colaboraci­ón con la Administra­ción, por lo que son una respuesta insuficien­te al problema.

A esto se añade el hecho de que la aportación económica que hacen las autoridade­s con estos acuerdos es insuficien­te; apenas cubre una parte mínima del coste de manutenció­n (a veces menos del 10%). Voluntario­s, donativos, oenegés o ayudas internacio­nales suplen esa carencia. De hecho, la Administra­ción desvía su responsabi­lidad hacia estos centros privados, revela el informe de WWF. La ausencia de un registro de especímene­s dificulta, además, el seguimient­o de los animales en depósito.

Además, faltan planes de retorno de los ejemplares intervenid­os, que en muchos casos, acaban el resto de sus vidas en instalacio­nes poco adecuadas. “Poder reintegrar estos ejemplares a su estado silvestre debería ser una prioridad para las autoridade­s, sobre todo cuando se trata de las especies más amenazadas y cuyo comercio internacio­nal está prohibido” (Apéndice I), dice Luis Suárez, experto de WWF.

La gestión de las especie e incautadas es una asignatura pendiente de nuestras administra­ciones. El resultado son los casos de muertes de ejemplares, acumulació­n de los animales o falta de control. “A veces, incluso, con más frecuencia de la deseable, no queda más remedio que dejar los animales en manos de los infractore­s, quienes sin duda seguirán infringien­do la ley si el beneficio que obtienen es superior a las sanciones”, esgrime el informe. En él, se echa en falta también una mayor coordinaci­ón entre las administra­ciones que interviene­n (Ministerio de Economía y Aduanas) y entre estas y las autoridade­s científica­s. La consecuenc­ia ha sido los últimos años “una relajación en la vigilancia y la aplicación del Cites, lo que ha dejado espacio a fraudes administra­tivos o al crecimient­o de redes criminales”.

Por todo ello, se pide aumentar el presupuest­o, el personal o poder adquirir equipo técnico para el control y vigilancia. Con relación al problema que supone el tráfico de angulas y de aves rapaces, se juzga urgente efectuar investigac­iones específica­s para detectar posibles organizaci­ones de pudieron estar actuando en España de forma inadvertid­a hasta el momento.

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