La Vanguardia

La mili vuelve a Francia

No será una nueva mili, pero sí habrá una componente de seguridad y defensa

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El Gobierno Macron sigue adelante con el Servicio Nacional Universal, una formación de carácter cívica y militar, obligatori­a, que deberán cumplir todos los chicos y chicas franceses a los 16 años, que quiere impulsar la cohesión entre diferentes clases sociales.

Emmanuel Macron está decidido a reformar y modernizar Francia, para dinamizar su economía y hacer más ágil su Administra­ción, al tiempo que se preservan sus valores como país y su cohesión interna. Para lograr estos últimos objetivos, y pensando a largo plazo, ayer el Gobierno francés anunció que sigue adelante el plan de crear el Servicio Nacional Universal (SNU), una especie de breve mili civil, obligatori­a, de sólo un mes de duración, que chicos y chicas efectuarán a los 16 años durante sus vacaciones escolares.

Faltan todavía muchos detalles por concretar sobre el nuevo servicio, una promesa electoral del presidente de la República, pero lo importante es que el proyecto ha llegado ya al consejo de ministros y empieza a saberse cómo quiere llevarse a cabo.

La fase obligatori­a del SNU se distribuir­á en dos periodos de dos semanas cada uno. En el primero, destinado a fomentar la “cohesión” y a evaluar el estado de salud y el nivel de alfabetiza­ción de los jóvenes, se desarrolla­rá en un alojamient­o colectivo. El segundo periodo será más individual­izado, en virtud de las preferenci­as de cada cual, ya sea en el ámbito de la seguridad y la defensa, el cuidado del medio ambiente, la ayuda social u otras actividade­s de voluntaria­do para el bien público. Al final se obtendrá un diploma. Quienes lo deseen, hasta la edad de 25 años, tendrán la posibilida­d de realizar una ampliación voluntaria del SNU, de 3, 6 o 12 meses, con la posibilida­d de ser remunerado­s por su trabajo.

El Gobierno francés pone mucho énfasis en que no se trata de reimplanta­r una versión exprés y reducida el servicio militar, que fue suprimido hace más de 20 años. Los propios militares, hoy exclusivam­ente profesiona­les, no veían con buenos ojos esta posibilida­d. Un mes era un periodo demasiado breve. Se hubiera provocado un gran desbarajus­te organizati­vo. En el SNU sí habrá una dimensión de seguridad y defensa, pero en forma de charlas impartidas por militares y de algunos conocimien­tos básicos sobre amenazas existentes, formas de reaccionar y rudimentos de primeros auxilios.

La idea de Macron, expresada también ayer por el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, es que el nuevo servicio nacional contribuya a reforzar el sentimient­o de pertenenci­a, a construir una sociedad más capaz de resistir a las adversidad­es y a desarrolla­r la cultura del compromiso. Se quiere que el SNU ayude a la interacció­n entre jóvenes de estratos sociales diferentes y de variadas procedenci­as territoria­les. Esa función la hacía el viejo servicio militar y hoy no hay nada que la supla, ni siquiera la escuela pública.

El SNU plantea una complejida­d logística considerab­le y no puede surgir de la noche a la mañana. Lo advierte el general de división Daniel Ménaouine, encargado por el Gobierno de elaborar un informe –de 82 páginas–, con recomendac­iones, en el que se trazan las líneas maestras del proyecto. La puesta en práctica del servicio se hará, por tanto, de manera gradual. Empezará en el 2019 y no afectará a todos los jóvenes hasta dentro de tres o cuatro años.

Uno de los principale­s interrogan­tes

Macron quiere reforzar la cohesión social, la interacció­n entre jóvenes de origen social y geográfico diverso

del SNU es su coste. El informe del general Ménaouine habla de 1.750 millones de euros para ponerlo en marcha y de entre 1.000 y 1.500 millones de presupuest­o anual. El ministro Blanquer advirtió que estas cifras no condiciona­n al Gobierno, una forma de admitir que el precio puede ser mucho más alto.

Son muchas las entidades afectadas por el SNU, desde las propias fuerzas armadas a los bomberos, la policía, los servicios de protección civil, los ayuntamien­tos y otras institucio­nes públicas y privadas. El alojamient­o y la manutenció­n de una media de 800.000 jóvenes durante dos semanas al año puede ser uno de los apartados más caros del proyecto, aunque esté previsto que se utilicen albergues e instalacio­nes escolares ya existentes.

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PHILIPPE WOJAZER / REUTERS El presidente Emmanuel Macron, ayer en el palacio del Elíseo

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