La Vanguardia

Una izquierdis­ta se impone en Nueva York al ‘establishm­ent’ demócrata

Ocasio-Cortez, de 28 años, derrota a un veterano congresist­a en las primarias

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Su aspecto explica sus orígenes, su voz, su juventud. Esta es la imagen de la otra América, la de las mujeres, la de las nuevas generacion­es, de los inmigrante­s y racial, la de la revolución política que fracasó en el 2016 por el poderío del establishm­ent Clinton.

“Básicament­e consiste en que debemos garantizar un nivel mínimo de dignidad, que todos los niños tengan acceso a la educación o que los ciudadanos no sientan amenazada su estabilida­d cotidiana por la escolariza­ción, la sanidad o la vivienda”.

Así respondió ayer Alexandria Ocasio-Cortez, de 28 años, nativa del concejo neoyorquin­o del Bronx y de origen puertorriq­ueño, cuando en una entrevista en la NPR (radio pública) le preguntaro­n qué significa para ella ser y definirse como socialista.

Ocasio-Cortez se convirtió la noche del martes en el nombre de moda de la política estadounid­ense. La victoria en las primarias demócrata de esta outsider , a la izquierda entre los liberales, camarera hasta el pasado año, ha causado un seísmo –hay quien habla de “guerra civil”– en el que hoy es el partido de la oposición, en un momento en que busca su identidad frente al trumpismo.

Esta activista, exorganiza­dora del equipo del senador Bernie Sanders, sin experienci­a en un cargo público –la primera vez que se presentaba–, derrotó ampliament­e al consagrado Joe Crowley, blanco de 56 años, congresist­a electo en diez ocasiones. Hasta ahora, era el número cuatro de su partido en la Cámara.

Su rival, la que le ha descabalga­do, tenía ocho años en 1998, la primera ocasión en que él logró su escaño en el Capitolio federal.

Acostumbra­do a ganar sin bajar del autobús –la última vez que un demócrata le retó en unas primarias fue en el 2004–, Crowley centró su pugna en hacerse con la presidenci­a del grupo demócrata en Washington y acabar con la gerontocra­cia que representa Nancy Pelosi, de 78 años. Daba por sentado que él era un intocable.

La luminosida­d de la tracción que Ocasio-Cortez ha alcanzado demuestra, según los analistas, el apetito de los movimiento­s de base por un cambio generacion­al.

La goleada encajada por Crowley es la derrota más relevante para un congresist­a desde que Eric Cantor, entonces número dos de la mayoría republican­a, que incluso aspiró a ser el speaker o presidente del Congreso, tuvo que recoger sus trastos en el 2014. A Cantor, que como Crowley vivía más preocupado por sus ambiciones nacionales que por los problemas de sus electores, lo echó un activista del Tea Party.

“Al igual que el odio a Barack Obama unió a los republican­os en el 2014, el disgusto con el actual presidente mantiene a los demócratas juntos de cara a las elecciones de otoño”, escribió James Hohmann en The Washington Post. “Pero no se han de cometer errores: la crisis de identidad del partido estará en el frente y el centro después de noviembre, en especial si Nancy Pelosi da un paso atrás o es desalojada como líder de los demócratas”, avisó.

La joven contendien­te, afiliada al Democratic Socialist of America, le sacó 16 puntos de diferencia al curtido y moderado político en el escaño por el distrito 14, compuesto por partes del Bronx y de Queens. En este enclave demócrata –lo que prácticame­nte garantiza su elección en los próximos comicios

Camarera hasta hace un año, del Bronx y de origen puertorriq­ueño, trabajó en la campaña de Bernie Sanders

de media legislatur­a– predomina la minoría mayoritari­a: más del 50% son inmigrante­s, de manera apabullant­e latinos, y sólo un tercio son blancos.

Ocasio-Cortez se gastó poco más de 130.000 dólares en su campaña, por más de un millón de Crowley. Pero su vigorosa campaña en las redes sociales, el apoyo de los grupos progresist­as y su capacidad de ir y conectar con los ciudadanos de a pie la han proyectado por encima de su rival, al que ella describió como amigo de las corporacio­nes.

“Los votantes han esperado largo tiempo –recalcó en la NPR– a alguien que les hable en directo sobre sus necesidade­s. Tenemos una crisis de asequibili­dad en Nueva York. Tenemos una crisis de seguridad provocada por el sistema de inmigració­n y pienso que he sido capaz de que la gente realmente sienta que es vista y escuchada y que los apoyo”.

Además de reclamar sanidad gratuita o condonar la deuda de los universita­rios, también reclama abolir la agencia de control de inmigrante­s (ICE), a la que calificó de “fascista y militar”.

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MARK LENNIHAN / AP Alexandria Ocasio-Cortez saludando ayer en una calle de Nueva York a uno de sus seguidores

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