Días en los que Monterrey tiembla
Las elecciones y los planes arancelarios de Trump despiertan recelos en el empresariado de Nuevo León
Ser magnate industrial en Monterrey ya no es lo que era. Primero llegaron las multinacionales y se hicieron con las marcas más emblemáticas del famoso Grupo Monterrey, los grandes consorcios industriales que convirtieron a esta ciudad en el motor de la economía mexicana hace medio siglo. La icónica cervecera Cuauhtémoc, que globalizó la cerveza Coronita, con un trozo de lima, fue vendida a Heineken. Muchas de las plusvalías de las ventas acabaron en inversión inmobiliaria y el skyline de la ciudad ya es de grúas y bloques de apartamentos a medio construir. Se siguen amasando grandes fortunas en Monterrey, pero la más grande pertenece ya a Ricardo Salinas, el dueño de Televisión Azteca.
Luego llegó Donald Trump a la casa Blanca. “Fue especialmente duro en Monterrey; porque aquí se ama a EE.UU., el fútbol americano es el deporte predilecto de las clases altas y bebemos mas Coca-Cola que ningún otro lugar de México”, dice Andrés Clariond Rangel, cineasta de la familia propietaria de la acería Imca (parcialmente vendida a una empresa argentina).
Por el momento, las amenazas estadounidenses de romper el tratado de libre comercio y los aranceles sobre el acero no han perjudicado mucho a la maquina exportadora de Monterrey. La economía en Nuevo León crece al 5% o 6% frente al estancamiento de los estados pobres del sur de México. Pero Estados Unidos ya no es lo que fue a para un regiomontano (gentilicio de Nuevo León) hace medio siglo, cuando el gran magnate empresarial Eugenio Garza Sada creó el tecnológico Tec de Monterrey, una versión mexicana del MIT de Massachusetts para formar generaciones en la defensa de la economía de mercado, de la internacionalización inversora y del libre comercio.
Y ahora se acerca al poder el viejo candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, impulsado por una ola de rabia contra la corrupción de la clase política y el enriquecimiento de la clase empresarial. Esto provoca zozobra en el opulento barrio de San Pedro Garza García, el distrito más rico de México, donde la renta media es de 25.636 dólares, ocho veces más que en el distrito más pobre (en Michoacán) con 3.286 dólares.
La desigualdad siempre fue extrema en México pero antes el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sabía desactivar la bomba de relojería social. “Lo que está pasando en estos momentos recuerda a la doble pirámide de Tláloc y Huitzilopochtli (obras aztecas cerca de ciudad de México); en una quieren sacrificar a los políticos; en la otra a los empresarios”, dice Ricardo Padilla, arquitecto, durante una cena en San Pedro.
En el hotel Ancira, un edificio de la belle époque donde un centenar de gerentes de Pemex almorzaron el martes, algunos dijeron que estas elecciones traen a la mente la historia del revolucionario Pancho Villa, quien irrumpió en el hotel durante la guerra civil , subió la escalera de mármol y pidió una habitación para su caballo Siete leguas.
En ocasiones anteriores los oligarcas industriales de Monterrey han sabido defender sus intereses ante presidentes que ellos calificaban de populistas. Cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo en 1938 tuvo que lidiar con los mag- nates de Monterrey. Cuarenta años después, cuando Luis Echevarría tildó a uno de los magnates como “vendedor de la patria”, la oligarquía cerró filas en su defensa y el presidente desarrollista convocó una reunión en el hotel en la ladera de la inmensa montaña de piedra gris el Chipinque para pactar el programa de gobierno .
Hace 30 años los magnates ayudaron a crear el conservador Partido de Acción Nacional, la apuesta de los estados del norte para crear una alternativa aceptable al PRI. Pero tras sus años en el Gobierno (2000 al 2012), el PAN perdió su apoyo y ni tan siquiera el joven empresario Ricardo Anaya, ha podido con López Obrador.
Ya los empresarios regiomontanos se resignan a cruzar los dedos y esperar que AMLO no cumpla con sus promesas de anular las reformas liberales de Enrique Peña Nieto. “Hemos perdido el liderazgo”, se lamenta un importante empresario agroindustrial invitado a la misma cena. “Antes, después de las elecciones, el presidente venía de ciudad de México a Monterrey a vernos; AMLO me va a decir: “¡Acércate tú!”. No es que Monterrey esté en contra de todos los populismos. Jaime Rodríguez Calderón, apodado El Bronco, empezó su asalto a la presidencia aquí tras ganar las elecciónes a gobernador en Nuevo León . El Bronco es un populista de verdad. No sólo amenazó con “cortarles la mano” a los funcionarios corruptos sino también nacionalizar el banco Banamex. No es lo que se enseña en el Tec de Monterrey, pero El Bronco es el enemigo también del “asistencialismo” del Estado y del salario mínimo. “Mucha gente en San Pedro Garza García votó al Bronco; todos estábamos hartos de la corrupción del PAN”, dice el experto en derecho comercial Gabriel Cavazos. Pero “fue una gran decepción”, añade. El Bronco apenas ha llegado al 5% en las encuestas referidas a las elecciones las presidenciales.
La frustración con la clase política en México empieza a alimentar la identidad regionalista. “Si has venido a Monterrey para hablar de
TRATADO DE LIBRE COMERCIO
Los aranceles sobre el acero no han hecho mella todavía en la capacidad exportadora
APOYO AL NUEVO LIBERALISMO
La clase empresarial teme que el candidato de la izquierda cambie la política económica
NUEVOS POPULISMOS
La frustración con los políticos alimenta en Nuevo León una fuerte corriente regionalista
las elecciones en México te has equivocado porque esto no es México”, bromea Eloy Garza, el escritor y anfitrión de la cena. Hay miedo a que más políticas redistribuidoras para cerrar la brecha con estados pobres como Chiapas, Guerrero, Oaxaca o Tabasco (el estado de AMLO) supongan más transferencias desde un estado que produce el 9% del PIB con el 4,5% de la población. “Por cada peso que mandamos al Estado federal nos devuelven 20 centavos”, dice Manuel Montoya, director del clúster del sector del automóvil en Monterrey. “Si Monterrey fuese un estado independiente, casi estaríamos a la altura de las economías europeas,” añade es directivo.
Pero no todo estará perdido para la élite de Monterrey si AMLO llega a la presidencia el próximo domingo. Primero, porque el principal asesor económico del candidato es Alfonso Romo, uno de los empresarios más ricos de la ciudad. Segundo, porque el modelo neodesarrollista de AMLO –impulsar el crecimiento económico mediante un aumento del mercado interno– tal vez no les vendría mal. A fin de cuentas, fueron aquellos tiempos de desarrollismo en los sesenta y setenta cuando la economía crecía al 6% al año, los que convirtieron a las empresas del Grupo Monterrey en gigantes. AMLO defiende la reindustrialización y las subidas de salarios. Monterrey puede ser un modelo porque sus salarios se sitúan ya un 30% por encima de la media nacional. Y ante el peligro de las burbujas inmobiliarias, hasta en Monterrey se reconoce que alguna intervención pública es necesaria para el desarrollo industrial. “El crédito para la industria es muy caro; necesitamos un banco público de desarrollo industrial que funcione”, dijo Montoya. Es exactamente lo que proponen algunos economistas del equipo de López Obrador.