El uso de la tecnología en bebés puede provocar inadaptación a la realidad
El presidente del BBVA cree que la política debe regular las compañías tecnológicas
La tecnología ha venido para quedarse, lo que resulta un enorme desafío de adaptación para la sociedad actual, que debe actuar con decisión ante los riesgos del cambio. Los peligros son múltiples y de origen diverso, como la concentración de poder de las plataformas digitales, la incapacidad de la atención que producen las pantallas en los niños de edades tempranas o la desigualdad de oportunidades laborales que genera la formación de los estudiantes. Estas fueron las principales ideas que expusieron ayer tanto el presidente del BBVA, Francisco González, como los investigadores Catherine L’Ecuyer y Robin Shields durante el debate La educación en una sociedad digital, celebrado en Esade y organizado por el BBVA, Openmind (una plataforma de conocimiento del banco) y La Vanguardia.
“Es un grave error oponerse a la innovación y también intentar minimizar el daño que puede causar”, advirtió el presidente del BBVA, Francisco González, que abrió el acto en un diálogo con el director de La Vanguardia Màrius Carol. “El proceso tecnológico es imparable”, apuntó, por lo que los políticos deben tomar las riendas y regular las compañías tecnológicas, a las que llamó “monstruos no domables”. A su juicio, estas ya no pueden decir que no tienen responsabilidad sobre ciertos fenómenos como las fake news que minan los cimientos de la democracia. “Los políticos tienen que pensar de forma inteligente y actuar ya, porque si dejamos al mercado solo será el far west”. González se mostró pesimista respecto al “grado de maldad brutal” que puede acumularse para dañar las bases de la sociedad, pero pronosticó que la regulación llegará. No obstante, primero habrá que pasar un tiempo de zozobra, en el que caerán o se transformarán muchos negocios como el de la propia banca. “Son tiempos confusos”, resumió Carol, “pero excitantes”, respondió el banquero.
Los expertos en educación L’Ecuyer y Shields, que fueron moderados por el adjunto al director de La Vanguardia, Enric Sierra, también advirtieron de las consecuencias de la sociedad digital en las nuevas generaciones. L’Ecuyer, autora del best seller Educar en el asombro, sostuvo que la crisis de la educación es, en verdad, una crisis de desatención. “Hay que diferenciar entre atención, una actitud de descubrimiento activa, y fascinación, una atracción pasiva”.
A su juicio, el niño menor de dos años siente fascinación ante los aparatos tecnológicos, lo que no sólo no tiene interés educativo sino que además puede ser perjudicial para desarrollar la capacidad de concentración, necesaria para leer un libro, por ejemplo. “Las tecnologías saturan los sentidos, aceleran, vuelven al niño impaciente porque le aburre la velocidad de la realidad” y corre el riesgo de ser un inadaptado a esa realidad, señaló L’Ecuyer, que abogó por que los menores de dos años no tengan contacto con la pantalla y a partir de esa edad sólo una hora al día como máximo. “Los estudios hablan de un problema de salud pública”, dijo. Frente a la permisividad con las pantallas, propone a los padres que estén inquietos por si sus hijos no adquieren suficientes competencias digitales que estimulen la paciencia y les enseñen a saborear la lentitud. “La mejor preparación online es el mundo offline”, subrayó L’Ecuyer.
Robin Shields, profesor de la Universidad de Bath (Reino Unido) y experto en tecnología y educación superior, desechó la idea catastrofista, como el presidente del BBVA, de que la tecnología eliminará numerosos puestos de trabajo porque “la tecnología también los crea”. No obstante, proyectó algunas sombras sobre el futuro, como la desigualdad económica que generará la adquisición o no de competencias digitales, el papel del Estado en la formación universitaria (“si la paga el alumno, ¿qué exigirá a los centros? ¿Quién asumirá el coste de carreras que son importantes pero que no tienen un retorno económico?”) y la sostenibilidad medioambiental que queda oculta por el debate de la tecnología.
La investigadora Catherine L’Ecuyer advierte que las pantallas causan desatención