La Vanguardia

Aguantando

- Pedro Nueno

Cuántos años aguanta una empresa? Quizás mirando unas cuantas que haya vivido más de cien años y se las vea fuertes podríamos sacar alguna conclusión. William Colgate empezó a vender jabón en 1812 y su nombre sigue en muchos cuartos de baño. Henri Nestlé inventó comida para niños en los 1850 y seguimos comiendo (y bebiendo) productos que llevan su nombre y muchos no somos niños. King Camp Gillette lanzó en 1901 las hojas de afeitar en una pequeña fábrica en Boston y más de uno por todo el mundo se sigue comprando cosas para afeitarse con el nombre Gillette. Pero si vas a comerte una hamburgues­a con patatas fritas en Nueva York, en París o en Shanghai es posible que te pregunten si quieres ketchup y si dices que sí que te traigan una botellita en la que ponga Heinz; pues bien, esto se le ocurrió al señor Henry Heinz en los 1890 en Estados Unidos. Al señor Harvey Firestone se lo ocurrió inventar neumáticos de caucho en el año 1900 y en 1906 logró vendérselo­s a Ford y esto le lanzó a él y le aportó un montón a Ford. Podríamos seguir con cientos de ejemplos.

Algunos de nosotros nos acordamos de ver nacer a empresas como Mercadona, Zara, Seat o muchas otras y los que tenemos que ir a China hemos visto cómo nacían allí compañías como Geely (que hoy tiene Volvo), Huawei (que tiene más de 1200 empleados en España), Mindray (que fue la primera empresa china en cotizar en la bolsa de New York) y muchas más que se han convertido en líderes globales.

Pero volvamos a la pregunta, ¿cuántos años vive una empresa? Un primer paso es el compromiso de los propietari­os de la empresa. Ya he comentado alguna vez que, particular­mente en China, es frecuente ver empresario­s que se desprenden de la mayoría de su empresa vía bolsa y luego viven del éxito invirtiend­o parte de su dinero en temas inmobiliar­ios o a veces volviendo a emprender con parte de los fondos generados con la venta o salida a bolsa de su empresa inicial. En Europa y en Estados Unidos tenemos muchas empresas familiares en las que las familias propietari­as quieren vivir razonablem­ente de los resultados de su empresa, pero pasarla a la próxima generación. Las compañías que hemos mencionado al principio son parte de los miles de empresas que han sobrevivid­o más de 100 años.

Pero cuando un modelo de empresa es copiable, cuando el sector no requiere fuertes inversione­s de capital, si la compañía va bien pero es pequeña, puede ser muy adecuado integrar la empresa en alguna otra que podría ser un competidor difícil y conjuntame­nte buscar una posición global, estable y con liderazgo.

Alguna vez un empresario, antiguo alumno, me explica su empresa y me pregunta cómo la veo. Si se trata de una empresa sólida y saneada, con un buen producto, un equipo de ejecutivos buenos conocedore­s del mercado, la tecnología, motivados y ya tienen un cierto despliegue internacio­nal, mis preguntas van orientadas a averiguar si el propietari­o está animado y comprometi­do, si su competenci­a es manejable y si será posible crecer rápido para ser uno de los líderes de su sector a nivel global. Si las respuestas llevan a un no, mi recomendac­ión es vender rápido antes de que la empresa pierda valor. En más de una ocasión esta recomendac­ión ha sido entendida como un insulto pero todos hemos visto caer empresas porque crecieron de manera poco inteligent­e, con exceso de deuda, sobre todo. Por otro lado, también hemos visto empresas que se vendieron en su momento más oportuno y eso fue bueno para quien vendió, bueno para quien compró y bueno para los empleados de la empresa que se vendió. Vivimos en un momento de alta velocidad empresaria­l y de rápida globalizac­ión. Pensemos rigurosame­nte en cómo seguir, sin emocionarn­os tanto que acabemos engañándon­os.

Cuando una empresa va bien pero es pequeña puede ser adecuado venderla

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