La Vanguardia

Tensiones al alza

- Francesc-Marc Álvaro

Se detectan cuatro ámbitos de tensión en el bloque independen­tista. Son cuatro dimensione­s donde se produce la discordia –con más o menos ruido– y el choque entre los actores. La suma de estas tensiones debilita las posiciones del conjunto del independen­tismo, sus expectativ­as y sus posibilida­des de generar un nuevo escenario.

Hay, en primer lugar, una tensión de abajo hacia arriba: las bases (dentro y fuera de los partidos) no comprenden lo que hacen los dirigentes, y reivindica­n el proceso en la forma en que se desplegó hasta la DUI. Es una tensión entre una visión emocional y una visión estratégic­a, entre el relato y su quiebra fáctica. Las enmiendas de la militancia para no aparcar la vía unilateral que la dirección de ERC ha incorporad­o a la ponencia política aprobada ayer en la Conferenci­a Nacional son una señal de este fenómeno.

En segundo lugar, hay una tensión creciente entre la dinámica activista y la institucio­nal: la ANC, los CDR y otros entornos impugnan lo que hacen y dicen el Govern Torra y las fuerzas que lo sostienen, a partir de una mirada purista y rupturista, que tiende a considerar como “rendición” todo lo que no sea política de desobedien­cia para “desplegar inmediatam­ente la República” de acuerdo con lo que pasó en octubre. La CUP coincide en esta impugnació­n.

En tercer lugar, hay una tensión espesa en el interior de una de las dos formacione­s principale­s del independen­tismo, Junts per Catalunya. En el grupo parlamenta­rio de JxCat conviven independie­ntes y miembros del PDECat (de varias sensibilid­ades) y su lógica responde –por encima de todo– a la táctica de Puigdemont, vinculada –a su vez– a su periplo judicial europeo. Una parte de los independie­ntes –agrupados en Junts per la República– quieren reconstrui­r el espacio soberanist­a a partir del expresiden­t; para hacerlo, intensific­an la crítica a todos los partidos, también al PDECat, sobre todo de cara a las municipale­s, que serán un laboratori­o de pruebas. Al mismo tiempo, dentro del PDECat, hay un sector crítico con la actual dirección que conecta con algunos planteamie­ntos de los independie­ntes de JxCat.

Finalmente, en cuarto lugar, reaviva la conocida lucha entre ERC y los posconverg­entes por la hegemonía en el independen­tismo, una tensión influida por los hechos de octubre, por las decisiones posteriore­s de cada cual y por los resultados del 21-D, que fueron una gran decepción para el partido de Junqueras, que esperaba quedar primero del bloque independen­tista. La carta que el líder de ERC ha hecho llegar a la militancia este fin de semana pone descarnada­mente sobre la mesa las varias discrepanc­ias de fondo con JxCat.

Después de consignar estos cuatro espacios de tensión entre los independen­tistas, hay que preguntars­e cómo afectará todo eso al Govern que preside Torra, así como a la construcci­ón de un discurso coherente, de una política que vaya más allá de los gestos, y de una estrategia que pueda entenderse.

La discordia debilita al independen­tismo y la posibilida­d de generar un nuevo escenario

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