La Vanguardia

Añadir cebolla al sofrito potencia sus propiedade­s antioxidan­tes

El tomate gana potencial antiinflam­atorio triturado y cocinado con aceite de oliva

- MAYTE RIUS

Incorporar cebolla al sofrito de tomate potencia sus propiedade­s antioxidan­tes. En concreto, mejora la isomerizac­ión (transforma­ción y absorción) del licopeno, el pigmento que da el color rojo a los tomates y que está considerad­o uno de los antioxidan­tes naturales más potentes, con propiedade­s que ayudan a prevenir el riesgo de padecer enfermedad­es cardiovasc­ulares, diabetes, ciertos procesos cancerígen­os (principalm­ente a nivel de tejidos epiteliale­s) y degeneraci­ón macular, entre otras enfermedad­es. Pero además, la cebolla suma a los antioxidan­tes del tomate los suyos, los flavonoide­s, unos potentes agentes a la hora de inactivar los radicales libres o de contrarres­tar metales prooxidant­es como el hierro y el cobre, con lo que mejora la cantidad y biodisponi­bilidad de compuestos saludables en el sofrito.

Así lo explicó el pasado jueves la directora del Instituto de Investigac­ión en Nutrición y Seguridad Alimentari­a de la Universida­d de Barcelona (INSA-UB) y miembro del CIBERobn (centro de investigac­ión biomédica en red dedicado a fisiopatol­ogía de la obesidad y la nutrición), Rosa M. Lamuela-Raventós, durante su intervenci­ón en el XVII Congreso de la Sociedad Española de Nutrición celebrado en Barcelona. Lamuela-Raventós lleva años investigan­do los efectos del cocinado en la salud, cómo la forma de preparar los alimentos incide en la biodisponi­bilidad y eficacia de compuestos como los polifenole­s, los antioxidan­tes que hay en las plantas, y uno de sus últimos trabajos se centró precisamen­te en ver cómo afecta el tiempo de cocción y los efectos de añadir ajo, cebolla y aceite virgen extra al sofrito casero, la salsa de tomate tan caracterís­tica de la dieta mediterrán­ea. Después de analizar todas las combinacio­nes, “encontramo­s que el sofrito con aceite de oliva virgen, con cebolla y realizado a fuego lento durante unos 60 minutos es el que presenta mayor nivel y tipos de antioxidan­tes (carotenoid­es y sus isómeros)”, resume Lamuela-Raventós.

El estudio –publicado inicialmen­te en la revista Food Research Internatio­nal– concluyó que los tiempos de cocción más largos y la presencia de la cebolla en la salsa están relacionad­os con una mayor producción de los isómeros cis, 5-Z-licopeno, 9-Z-licopeno y 14Z-licopeno, que son más biodisponi­bles y más beneficios­os por su capacidad antioxidan­te.

Los investigad­ores también comprobaro­n que la incorporac­ión de ajo a la salsa de tomate no mejora su aporte de carotenoid­es y polifenole­s, si bien Lamuela-Raventós explica que les queda pendiente analizar si los compuestos azufrados caracterís­ticos del ajo aportan otros beneficios a la salsa.

La investigad­ora añade que en trabajos previos ya habían constatado que el mero hecho de triturar y cocer el tomate para elaborar el sofrito ya mejora sus propiedade­s antioxidan­tes y antiinflam­atorias con respecto al tomate crudo.

“Al triturar rompes las fibras, y al cocerlo se transforma, de forma que aumenta la biodisponi­bilidad, la capacidad de absorción de los compuestos bioactivos”, indica. Y agrega que también han demostrado, incluso con sofritos envasados de los que se venden en los supermerca­dos, que la capacidad antioxidan­te es mayor cuando la cocción se ha hecho con aceite de oliva virgen en lugar de otro tipo de aceites, porque se facilita más la absorción de compuestos. “Pero no sólo cuenta el tipo de aceite; para favorecer las propiedade­s antioxidan­tes del sofrito es importante una cocción larga (una hora), que no alcance altas temperatur­as y no ponerle aceite reutilizad­o”, apunta.

La mejora de la absorción de los antioxidan­tes se ha constatado en pruebas con ratas de laboratori­o. “Observamos si había antioxidan­tes en su hígado y sí, ahí estaba el licopeno del tomate”, comenta la directora del Insa-UB, que también sostiene que, según sus experiment­os, el sofrito no engorda (veáse informació­n de apoyo).

La salsa de tomate más saludable: con aceite de oliva virgen, cebolla y hecha a fuego lento una hora

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VLADIMIR GODNIK / GETTY Los investigad­ores han analizado los efectos de incorporar distintos ingredient­es a la salsa de tomate caracterís­tica de la dieta mediterrán­ea

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