El izquierdista López Obrador se hace con el poder en México
Duro castigo al PRI de Peña Nieto, que sólo logra el 16% de los votos
En su tercer asalto alapresidencia mexicana, Andrés Manuel Ló pez Obrador ha logrado la victoria que le abre las puerta sal palacio de Los Pinos. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que encabeza Obrador ha vencido con el 53% de los votos, además de lograr la alcaldía de Ciudad de México, mientras que el PRI sólo obtiene el 16% de los sufragios.
Hacía tiempo que la izquierda no recibía una buena noticia en América Latina y aún más tiempo que Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO) intentaba, desde aquella primera campaña presidencial hace 18 años, llegar al palacio presidencial de Los Pinos. Así que se desató una ola de euforia en los simpatizantes de su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que bajaron en masa hacia la emblemática plaza del Zócalo la noche del domingo al confirmarse el resultado. El 53% del electorado había elegido a AMLO –más de 33 millones de votos–, un récord histórico para un candidato presidencial y un resultado extraordinario en tiempos de extrema desconfianza y hartazgo con la clase política.
Morena se acercaba ayer a la mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso –incluidos sus pequeños aliados en la coalición triunfante, entre ellos un partido evangélico– tras la caída del voto de los dos partidos que se han alternado en el gobierno en el último cuarto de siglo: el PRI, que monopolizó el poder en México durante 70 años y volvió en el 2012 con la victoria de Enrique Peña Nieto, ha sufrido un castigo devastador y sólo logró el 10% de los votos para la Cámara. Algunos temen por su futuro.
El Partido de Acción Nacional (PAN), cuyo intento de presentarse como una alternativa antisistema al igual que Morena saltó por los aires cuando López Obrador acuñó el término híbrido “Prian”, salió menos golpeado con el 20% de los diputados y victorias en estados importantes como Jalisco.
Morena –que tiene 3,5 millones de afiliados sólo seis años después de su creación– cosechó otra histórica victoria cuando Claudia Sheinbaum fue elegida alcaldesa de la megalópolis de Ciudad de México, con el 47% de los votos. Es la primera vez desde los años ochenta que el mismo partido consigue la presidencia federal, la mayoría en el Congreso y el gobierno de la enorme capital y la primera vez que una mujer está al frente del distrito federal de México.
“Para eso hemos luchado toda la vida; nos han robado la presidencia dos veces”, dijo Jaime Jiménez Aguado, electricista jubilado de 63 años, uno entre decenas de miles de simpatizantes de Morena que bajaron la avenida Insurgentes gritando “¡Sí se pudo!”. “¡Es una revolución. Que se chingue el PRI!”, añadió, y dio un giro a su matraca. Aunque lo cierto es que el gesto más democrático de la noche electoral fue el rápido reconocimiento de José Antonio Meade , el candidato del PRI, a la victoria de López Obrador. Ricardo Anaya, del PAN, tardó media hora más.
Una participación récord del 61% impulsó el voto de AMLO, un rechazo masivo del statu quo de violencia endémica, migración masiva, privatizaciones controvertidas y salarios estancados que han producido los peores resultados de crecimiento económico en toda América Latina en los últimos 30 años. Pero curiosamente, ha logrado su espectacular victoria gracias a una campaña centrada en temas que normalmente entregan votos a la derecha.
Primero: la lucha contra la inseguridad y la violencia, que se cobró 250.000 vidas en el 2017. Frente a rivales que propusieron medidas policiales y militares, López Obrador respondió con argumentos muy conocidos. “Sin crecimiento,
El PRI, el partido que monopolizó el poder durante 70 años, se estrella con el 10%
Derrotó los argumentos conservadores sobre violencia, corrupción y austeridad
no hay empleo; sin empleo, hay pobreza; y la pobreza crea la violencia”, dijo en un debate televisado. Además, propuso una amnistía para los campesinos pobres y jóvenes desempleados que se han pasado al narcotráfico. Fue una propuesta muy arriesgada. Pero los mexicanos lo han aprobado de forma contundente.
Segundo: ha convertido la austeridad en una virtud de la izquierda al proponer fuertes recortes a los altos funcionarios. Dio excelentes resultados en las urnas. “Primero debe quitarles la pensiones a los expresidentes (unos 8.000 euros al mes)”, dijo Rocío Rosas, limpiadora que cobra 2.000 pesos (unos 90 euros) cada dos semanas.
Tercero: hizo suya la lucha contra la corrupción, materia habitual de los conservadores en la política latinoamericana. AMLO planteó que las medidas de privatización en infraestructura y energía, lejos de resolver el problema de sobornos y desvíos millonarios de dinero público, los han agravado.
Tildado de demagogo en otras elecciones, moderó su discurso en una campaña que calificó como “de amor y paz”. Funcionó. Hasta los activistas que bajaron al Zócalo parecían muy cautos en sus comentarios. “No debe provocar desestabilización en los mercados”, dijo Carlos Guerrero, de 26 años, ante una pregunta sobre la reforma energética que ha abierto la puerta a la privatización de Pemex y la entrada de petroleras transnacionales como Chrevron y Exxon-Mobil . “Este no es un momento para la izquierda sino de la democracia”, dijo Óscar Chávez, que bajaba con su hijo al Zócalo, la gigantesca plaza delante de la catedral que en el 2006 fue ocupada por un millón de seguidores de López Obrador tras las denuncias de fraude electoral.
Esos fueron otros tiempos y hasta los mercados de divisas se sumaron efímeramente a la fiesta. El peso se apreció fuertemente frente al dólar en el mercado de futuros porque, según habían previsto los directivos de la banca en México, el resultado claro “despejará la incertidumbre”.
Otra señal de reconciliación constructiva llegó a medio día de ayer cuando el nuevo presidente electo, autor del libro ¡Oye Trump!, mantuvo su primera conversación (con intérprete) por teléfono con el presidente estadounidense y propuso “un acuerdo integral de proyectos de desarrollo que generen empleo en México y con ello reducir la migración y mejorar la seguridad”, tuiteó López Obrador. Y no hubo respuesta insultante del presidente estadounidense.
Pero no será tan fácil lograr un modus vivendi ni con la Administración Trump ni con los mercados. El peso empezó a caer con la apertura de la bolsa de Wall Street y los mercados mexicanos la siguieron a la baja. Aunque la campaña ha hecho todo lo posible para convertir a AMLO en algo más digerible para los mercados –fichando como asesor principal al empresario millonario de Monterrey Alfonso Romo–, es imposible anunciar una gran transformación social en México sin asustar a al- gún gestor de un fondo global en “mercados emergentes” .
Moody’s, la agencia de calificación de deuda, inició la carga al advertir de que los planes del presidente electo de reducir o congelar los precios del petróleo “dañarán a Pemex y a la industria local de gas y petróleo”. Añadió otra advertencia respecto al impacto fiscal de las obras en infraestructuras si López Obrador cambia el modelo de financiación pese a que el modelo actual ha generado monumentales despilfarros.
La respuesta de la futura nueva administración es que López Obrador es un austero. En una teleconferencia con inversores internacionales, Gerardo Esquivel, uno de los cerebros del plan de López Obrador, se comprometió a mantener “una estricta responsabilidad fiscal” y respetar escrupulosamente la independencia del banco de México.
MENSAJE DE TRANQUILIDAD
El futuro gobierno respetará la estabilidad fiscal y la independencia del Banco de México
...Y ESCEPTICISMO
El peso empezó a caer con la apertura de Wall Street y los mercados mexicanos le siguieron