La Vanguardia

Occidente

- Imma Monsó

En el bar donde desayuno intimé hace semanas con una de esas personas que te cuentan su vida mientras lees el periódico. Vamos, algo parecido a lo que hago yo con usted. A ella no le importaba que yo siguiera leyendo y a mí no me importó que interrumpi­era mi silencio: le tomé cariño. Se acababa de separar de su pareja porque le molestaba el ruido que hacía cuando arrugaba las cartas del banco para tirarlas a la papelera. También la irritaba su voz, y que siempre hablara de lo mismo (unilateral­idad-sí/unilateral­idad-no). Pero no por el tema, aclaró: “Es el sonido lo que me irrita, venga de un marido o de cualquier otra fuente. Por eso vine aquí”. Su piso de Les Corts era ruidoso, así que se mudó a la población pseudorrur­al donde yo leía en paz el periódico hasta que ella llegó.

Hace unos días estaba en ello cuando escuché a mi espalda: “Vecinos”. Se sentó a mi lado y me obligó a levantar la mirada para observar sus ojeras: “El silencio en este pueblo es tan brutal que cualquier sonido se amplifica hasta lo insoportab­le”, dijo, y me explicó que vivía encajonada entre los sonidos del vecino de arriba (fisiológic­os) y los del vecino de abajo (tec- nológicos): “La vida sonora del de abajo consiste en estrenar gadgets. Para calmarme trato de adivinar el aparato y creo que siempre lo consigo. Pero esta noche han sido ocho horas seguidas de pitidos y deslizamie­ntos no identifica­dos”. A las siete bajó a preguntar y el vecino de abajo le mostró la taza de plástico con la que tomaba té: “Aunque en teoría las impresoras 3D pueden imprimir hasta un hígado o una córnea, la realidad es que sólo me he podido bajar los planos de la típica taza”. Una vez descifrado­s los planos, se ha ti-

Me dijo que era el sonido lo que se le hacía insoportab­le, viniera de donde viniera

rado ocho horas para imprimir la típica taza”. “¿Y el de arriba?”, pregunté. “La vida sonora del vecino de arriba consiste en toser y follar. Nunca al mismo tiempo, sino sucesivame­nte. Ni música, ni aspiradora, ni arrastre de sillas: sólo tose y folla. Cuando ocasionalm­ente está con una pareja sólo se escuchan los gemidos de ella. Él nunca gime ni habla, salvo por teléfono. Llama la atención la especializ­ación con la que acomete las tareas: cuando está al teléfono, no tose ni folla. Cuando folla nunca tose, etcétera. Se detecta cierto patrón horario: cada seis horas cambia de actividad. Haga lo que haga, lo hace durante horas seguidas”. Sin darse cuenta, gritaba cada vez más, así que la interrumpí. “Oye, mira”, dije, “Ha caído un asteroide en Botsuana”. Hizo una pausa extraña: “Eso debe de ser un ruido de la leche...”, dijo. “Ni idea. Supongo que debe de amortiguar cualquier otro sonido, por gordo que sea”.

De eso hace más de tres semanas y no he vuelto a verla. La imagino buscando incansable algún lugar no occidental, en donde caigan cosas tan gordas que, por comparació­n, cualquier otro sonido parezca una ridiculez.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain