Los Señor Serrano llenan de bananas el Lliure con su ‘capitalismo Kong’
La imagen de King Kong, “ese gorila inmenso, esa bestia feroz, salvaje, que lo devora todo”, una imagen que asociaban con la economía actual, fue el punto de partida del nuevo montaje de la Agrupación Señor Serrano, una de las compañías de teatro catalanas más internacionales y que ahora estrena Kingdom en el festival Grec. Un espectáculo repleto de su habitual lenguaje escénico –maquetas, performers, videocámaras y cine en directo, pero con más medios gracias a la coproducción de festivales y teatros europeos– para hablar del capitalismo, la sociedad de consumo y la virilidad a través de King Kong y muchas bananas. Un montaje que se verá hoy en el Lliure de Montjuïc, donde irá de nuevo del 12 al 17 de febrero.
Àlex Serrano, fundador de la compañía junto a Pau Palacios, señala que tras tener la imagen de King Kong en seguida vieron en él al sistema capitalista, “un monstruo insaciable que no puede parar de devorar y devorar y cada vez que cae resucita con más fuerza, absorbiendo un nuevo modelo económico o una nueva manera de hacer, en el caso del gorila, con una nueva versión de la película”. El capitalismo, añade, “no es un modelo económico sino un modelo de ordenación social, del consumo, del trabajo tremendamente complejo y amplio. Y no está impuesto, sino construido por todos. Con las crisis, el sistema se pone en cuestión, pero el capitalismo lo esquiva apretando el acele- rador y saltando adelante, absorbe cualquier reformulación. Su supervivencia y transformación es brillante. Es camaleónico y lo ha logrado siendo libre”. “Parece que hago una apología –sonríe Serrano– pero el eslogan del espectáculo es ‘el mundo se va a la mierda, vamos a celebrarlo’. Y es lo que hacemos, una apología irónica del capitalismo Kong, de la bestia y las bananas”.
El plátano es la gran metáfora del montaje. No sólo por la imagen más simple, la fruta fálica, una representación masculina, del poder. Sobre todo es, dice Serrano, “una metáfora de cómo se ha formado la economía contemporánea”. Y recuerda que la exportación transnacional y global de bananas se inició mientras una empresa americana construía un ferrocarril en Costa Rica que
‘Kingdom’ ironiza sobre un sistema que cree que el mundo no puede ser un límite y se pregunta a qué renunciaríamos
atravesaba la selva. Los obreros comían plátanos y Minor Cooper Keith vio que esa fruta podía tener mucho más futuro que el tren, que era un fracaso. “Con la exportación de plátanos –prosigue Serrano– nació una gran industria transnacional, construyeron un sistema de transporte con cadena de frío y distribución muy rápida a todo el mundo hasta llegar a ser la fruta más consumida. Y la metáfora va más lejos porque la banana se reproduce rápidamente pero es estéril, todas son clones, y a la que hay una plaga como en los años veinte queda arrasada en todo el mundo. No tiene mecanismo de defensa para la crisis. Hasta los veinte la variedad era el Gros Michel y la sustituyó el Cavendish. Y ahora la plaga ha comenzado en África y ya hay miedo en Sudamérica. Y encima la enfermedad se llama mal de Panamá”. Pero el sistema, concluye, cree que “el mercado lo puede absorber todo y el mundo no puede ser un límite. La pregunta es: ¿Estáis dispuestos a renunciar a vuestros plátanos?”.