Resistir para vencer
Entre el Mundial y Froome, el Tour plantea una carrera de obstáculos antes de abrir la puerta a la montaña
Rodeado del fervor mundialista, que en Francia está más vivo que nunca, el Tour buscará su hueco mediático a partir del sábado, cuando los 176 inscritos empiecen su camino de 3.351 kilómetros que les debe conducir hasta París. Un recorrido que se puede dividir claramente en tres bloques y que obligará a los aspirantes a una primera carrera de supervivencia de nueve días.
Todo tiene su punto de inicio en Noirmoutier, la isla de 49 km2 de la región de la Vendée que monopoliza (poderoso caballero es don dinero) los días de arranque de la carrera. La primera etapa no tiene peculiaridad alguna, son 200 kilómetros llanos, más allá de un horario cuidadosamente estudiado para no coincidir con los partidos del Mundial. Este sábado, cuando en Rusia suene el pitido de inicio del Suecia-Inglaterra, el presumible primer gran sprint del Tour ya se tendría que haber producido.
En torno a un grupo de tres etapas esparcidas por la Vendée, el Tour ha buscado un punto equidistante para plantar su centro de actividades. Y no podía elegir mejor: el cuartel general de la 105.ª edición se sitúa en Mouilleron, una población de menos de 5.000 habitantes que cuenta con una infraestructura idónea, un complejo deportivo-cultural de lujo, el Vendéspace, que acoge conciertos, espectáculos, comedias musicales o finales de baloncesto. Y no podía elegir mejor, instalaciones aparte, porque el nombre completo de esta población es Mouilleron-le-Captif, el cautivo. Que es exactamente lo que sufre el Tour en estos momentos: la sumisión al fenómeno Froome.
Los organizadores esperan que la intensidad del predominio mediático del cuádruple campeón se desvanezca poco a poco. Pero la oleada del positivo que ahora dicen que nunca lo fue y de la reciente resolución de la Unión Ciclista Internacional, al cerrar el caso sin san- ción, mantiene a todo el mundo en alerta. Froome ha quedado limpio, pero pasar página no es tan sencillo. Los equipos van llegando a la Vendée y guste o no, la pregunta sobre Froome es inevitable. Ayer fue contundente el neerlandés Tom Dumoulin, segundo del Giro tras el británico del Sky. “De acuerdo, queda limpio. Pero la manera como se gestionó todo el caso ha sido caótica. Todo eso sólo hace que los aficionados se alejen del ciclismo”, dice.
Y este es el segundo punto clave del asunto. ¿Cuál será la respuesta de los seguidores? El ciclismo es, por tradición, un deporte muy abierto al público, que tiene acceso directo a los competidores. Y esto tiene una doble vertiente. ¿Cómo será recibido Froome?
El presidente de la UCI, David Lappartient, también ha opinado con contundencia y se ha dirigido “a los que aman al ciclismo, a los que aman al Tour” para pedirles que “respeten” la decisión y que “respeten” a todos los ciclistas, “Froome incluido” porque “tiene todo el derecho de competir en un entorno de seguridad... he visto algunas llamadas a la violencia que son inaceptables”. Lappartient ha tenido especial interés en señalar que Froome “no ha tenido ningún tipo de trato de favor” por parte del organismo que él preside.
Sea cierto o no, lo que es innegable es que Froome ha salido airoso donde otros han caído. Y que ciclistas que también presentaron una cantidad de salbutamol más alta de lo que se considera “aceptable” no consiguieron convencer a los organismos del antidopaje. Froome, con un equipo de abogados de lujo, sí lo ha logrado. Se habla de un dossier de miles de folios y de unos gastos que llegan a los diez millones de euros, con todo tipo de especialistas redactando informes para demostrar que el sistema analítico del salbutamol no es fiable al ciento por ciento. Y, como conclusión final, la Agencia Mundial Antidopaje habría entendido que si el caso acababa en los tribunales ordinarios por una demanda del Sky podía perder hasta la camisa. No sería nada extraño que en un futuro no muy lejano los organismos del antidopaje revisen a fondo la normativa de todos aquellos productos que no son positivo sin discusión, sino que dependen de unos límites. La doctrina Froome podría acabar por imponerse de forma más amplia...
Con este ambiente sometido al caso Froome y con la presencia abrumadora del Mundial, el Tour trata de asomar la cabeza. Saldrá airoso, seguro, porque el recorrido y los candidatos son de primera fila.
TOMDUMOUL IN “De acuerdo, queda limpio; pero la manera como se gestionó todo el caso ha sido caótica”
LA REACCIÓN EN LA CARRETERA La UCI pide respeto para los ciclistas, Froome incluido, y critica “algunas llamadas a la violencia”