Josep Canós
DECANO DEL COEIC
Josep Canós, decano del Col·legi Oficial d’Enginyers Industrials de Catalunya, defiende la necesaria aportación de todos los sectores al crecimiento y aboga por potenciar la industria en Catalunya hasta el 30% del PIB.
Cuando se pregunta a Josep Canós (Barcelona, 1954), decano del Col·legi d’Enginyers Industrials de Catalunya, por el papel de los profesionales que representa, diez mil, generalistas en un mundo cada vez más segmentado por especialidades, responde sin dudarlo: “Dar respuesta a situaciones complejas gracias a una formación multidisciplinar y hacer que las cosas funcionen bien”. Y esto es así, enfatiza, porque este oficio tiene una “base transversal”, que permite “adaptarse a las nuevas situaciones”. Una tarea la de estos ingenieros a veces poco reconocida que, a su juicio, tiene todo el sentido del mundo en un momento de grandes cambios en la industria, marcados en estos últimos tiempos por la digitalización.
Canós no lleva reloj en la muñeca. “Nunca me lo he puesto –asegura– porque no miro el tiempo, intento disfrutar de lo que hago siempre, esto es lo importante”. Sin embargo, tiene dos teléfonos móviles, que a veces suenan a la vez, lo que da cuenta de la cantidad de asuntos que tiene entre manos, que suele tomarse igualmente sin prisas, pero sin pausas. Eso sí, intenta gestionar ese tiempo para poder jugar al tenis (es socio del Barcino) e ir al Pirineo (tiene casa en Esterri d’Àneu desde hace más de 40 años), al tiempo que disfruta del Eixample, donde vive, distrito del que asegura estar enamorado, y de su familia (está casado y tiene una hija).
La intensa trayectoria profesional de Canós tampoco ha dependido del reloj. El decano de los ingenieros industriales se siente “afortunado” de haber hecho muchas cosas todo el tiempo que han durado. Siempre con grandes dosis de entusiasmo. “Soy vocacional –insiste– y me lo he pasado muy bien”. Ha pasado por diferentes ámbitos de su profesión: desde la redacción de proyectos, a la gestión privada y en la administración, la acción comercial..., lo que le da una visión amplia, que ha vivido a fondo. Hoy trabaja en WinToWin Partners, empresa que fundó en el 2006 dedicada a la formación de directivos mediante simuladores de negocio. “Tenemos 17 modelos distintos –detalla–; hacemos cursos in company planteando a los ejecutivos problemas que deben resolver, y también en las universidades”.
Antes de dedicarse al training empresarial, ámbito en el que, insiste, “un ingeniero tiene mucho que aportar”, Canós pasó por el mundo de la energía, especializado en instalaciones hidráulicas y alta tensión, en Hidroelèctrica de Catalunya en la que estuvo 20 años. Vivió tres años en Argentina y después pasó a las telecomunicaciones. Fue el responsable del lanzamiento de la operadora de móviles Amena y dirigió Retevisión. Después viró a la logística en Abertis y en Saba, además de ser consejero de otras compañías de los sectores por los que ha pasado. En el ámbito público, estuvo dos años en la Generalitat, como director general de Energía en el equipo del conseller Francesc Xavier Mena.
En los seis meses que lleva al frente del Col·legi d’Enginyers Industrials, Canós ha tomado el pulso de la institución y planteado las líneas que cree prioritarias para los próximos años. “Estamos pasando de un modelo de sociedad napoleónico –explica con el entusiasmo que le caracteriza– en el que hace falta pedir autorización para todo, a otro anglosajón en el que la actividad se notifica y la garantía de que se hace correctamente la dan las aseguradoras, los notarios, los colegios profesionales...” Así, la cuestión es “garantizar la calidad, reducir los riesgos; esto lo podemos hacer nosotros, es una de nuestras funciones”.
La recuperación tras la crisis en Catalunya se está haciendo con el empuje de la industria, una buena noticia a juicio de Canós, porque “no todo es turismo, ni mucho menos; sólo con él no hubiésemos crecido al 3%”. Por ello, está convencido de que “Catalunya será industrial o no será”. De todos modos, todavía hay mucho camino por recorrer: “La industria –sostiene– debe pasar de ser el 20% del PIB al 30%”. Valora que la actividad “se ha desarrollado mucho más allá de Barcelona y se ha extendido por el territorio” y el hecho de “que las empresas sean mayoritariamente pequeñas y medianas”, que “ha ayudado a salir de recesión, porque las decisiones se han tomado aquí en vez de en las sedes de cuatro multinacionales”.
En este escenario tan cambiante, Canós se congratula de que la ingeniería industrial tenga un índice de paro “muy bajo, del 4%, que es el que se considera estructural. Pero le preocupa la precariedad de su empleo. “Al cabo de un cierto tiempo de ejercicio de la profesión la retribución debe ser razonable y hoy no lo es”, lamenta. “Y más aún –continúa– cuando se ha invertido mucho en formación”. Así que cree que la recuperación de los salarios urge. “Deben subir por muchas razones –concluye–, para activar la demanda interna, para un mayor equilibrio social, por inteligencia económica”.
“Catalunya será industrial o no será; la industria debe pasar de ser el 20% del PIB al 30%”
“Nuestra profesión tiene un desempleo muy bajo, del 4%, pero hay precariedad, los salarios deben subir”