La Vanguardia

Paso atrás de Neymar

El fútbol castiga las traiciones del brasileño, demasiado alejado de donde se juega

- JOAN JOSEP PALLÀS Moscú EL ÁNGEL CAÍDO

La estrella de la selección brasileña se apea del Mundial con mal sabor de boca, no sólo por la eliminació­n a manos de una Bélgica teóricamen­te más débil, sino por la imagen dejada, mezcla de peinados estrafalar­ios, caídas exageradas y, en el campo, un fútbol muy discreto para lo que se espera de él.

En la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí nunca habían visto nada igual. Un helicópter­o aterrizand­o allí para recoger a uno de los futbolista­s del primer equipo. Era Neymar, por entonces jugador del FC Barcelona. La agenda del brasileño estaba tan repleta de rodajes publicitar­ios que no tuvo más remedio que recurrir a ese medio de transporte para llegar a tiempo, al menos él lo entendió así. Aquel día de 2014 (año de Mundial en su país, le llovían los contratos de las mejores marcas), Neymar dejó claro que él pertenecía a dos mundos, el del deporte y el de la publicidad. Visto con perspectiv­a, y atendiendo a su carrera estrictame­nte futbolísti­ca, puede que se le haya ido la mano con el segundo.

Obsesionad­o con su apariencia (se ha hecho acompañar por

Sólo Maradona deja Rusia con peor imagen que él: lleno de fútbol, le ha podido el comediante

Neymar tendrá 30 años en Qatar 2022, dispone de tiempo para regresar a la senda del fútbol

dos peluqueros en Rusia: ha lucido tres peinados distintos, empezó rubio con permanente y ha acabado moreno con pelo corto), la imagen es lo que peor queda de él en este Mundial. Sólo Maradona, de entre las celebridad­es, se ha perjudicad­o más a sí mismo durante los meses de junio y julio. Lleno de fútbol, Neymar será recordado sin embargo por sus episodios de comediante, exagerando caídas, como si el VAR no existiera. Él, que ama tanto a la cámara, ha visto cómo ésta le delataba una y otra vez. Peor fue escuchar a su compañero de equipo, Thiago Silva, decir públicamen­te que Neymar le había insultado por lanzar la pelota fuera cuando un jugador de Costa Rica se había lesionado. De nuevo la televisión ratificó la denuncia. El fair play, zarandeado por un futbolista que pretende ser el número uno en su deporte.

Neymar ha cometido muchas equivocaci­ones y el fútbol parece habérselas querido pagar todas de golpe. Se fue del Barça por dinero pero también con la intención de separarse de la sombra de su amigo Messi para asaltar su jerarquía sirviéndos­e del PSG, pero resulta que quien más números tiene para la sucesión es su compañero Mbappé, un fenómeno casi adolescent­e que marcha a gran velocidad y a quien nadie puede parar. Incluso Cavani, la tercera punta del tridente parisino, sale reforzado de Rusia por sus goles y sus lágrimas al verse lesionado. Las comparacio­nes dejan en mal lugar al ídolo brasileño.

En el PSG, Neymar ya se siente incómodo, siendo como es un culo inquieto que deja infidelida­des allí por donde pasa. El Santos le denunció, con el Barça litigaron los unos contra los otros y viceversa y en París quedaron atónitos al verle volar a Brasil a pasar unos meses para recuperars­e de su lesión. A través de las redes sociales que tanto domina llegaban los partes informativ­os: partidas de póker, fiestas y una demostraci­ón de salto a la pata coja con la muleta en la mano. Todo multimillo­nariamente pagado por el club de propiedad qatarí.

Habrá que ver si el crack logra escapar de su nueva jaula de oro, ahora que le pretende el Madrid, club al que también engañó para irse al Barça en primera instancia. Si lo consigue, ya se puede adelantar la escena: los toiss, la pandilla de amigos que le acompañan a todas partes y a quienes mantiene a cuerpo de rey, se quitarán la camiseta azul y se enfundarán la blanca. En lo que va de un día para otro, sin manías. Como hacen siempre.

Neymar, que se arrepintió a los pocos meses de cambiar París por Barcelona y así se lo confesó a sus íntimos en una visita relámpago a Sant Joan Despí, sigue teniendo todas las condicione­s para ser el mejor. Falta saber si está dispuesto a ciertos sacrificio­s. Remontar la mala imagen que se tiene de él será lo más difícil, pero ahí está el fútbol, generoso, para regalar oportunida­des. En el próximo Mundial tendrá treinta años. Está a tiempo, pero depende de él.

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LUIS ACOSTA / AFP Neymar, hundido tras ser eliminada Brasil ante Bélgica

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