La pizarra de Southgate
Ocho de los once goles de Inglaterra han llegado a balón parado
Todo aquel que haya visto un partido en la tribuna de un estadio inglés estará de acuerdo en que se genera un clima especial en la grada cada vez que el equipo de casa fuerza un córner. El ruido se intensifica notablemente y da la sensación de que allí está a punto de pasar algo muy grande, como si sólo por botar un saque de esquina ya fuera medio gol. Ayer en Samara los 3.000 ingleses presentes (vendrán muchos más a Moscú el miércoles) intentaron recrear esta situación. Reminiscencias de cuando la liga inglesa era mucho más rudimentaria, de cuando el terreno de juego estaba embarrado y de cuando no paraban de bombearse balones al área. Pero hete aquí que la Inglaterra que se ha situado a un paso de la final del Mundial y que quiere ser moderna está basando su caudal de juego en las armas clásicas del fútbol británico. Sí, el buen portero Pickford (vaya tres paradones se marcó ayer) intenta tocar el balón en corto con el pie para construir la jugada pero a la postre el equipo de Southgate se ha metido en semifinales de cabeza y gracias al rendimiento de la pizarra.
Once goles llevan los pross en el torneo y únicamente tres han sido producto de una jugada. Los otros se distribuyen de la siguiente manera: cuatro a la salida de un córner, tres de penalti y uno después de una falta lateral. Además cinco de los tantos han llegado por mediación de testarazos.
Algunos ya ven influencias de Josep Guardiola en el éxito de Inglaterra por aquello de que en 2010 España se impuso cuando el de Santpedor pilotaba al Barça y de que en 2014 la que se coronó fue Alemania al mismo tiempo que el catalán dirigía al Bayern. Ahora está en el Manchester City... Si son cabalísticos, ya saben quién ganará el Mundial. Pero pronósticos al margen, los goles del conjunto de Southgate no tienen nada que ver con masticar el juego hasta la saciedad, aunque dos de sus figuras, Kane y Dele Alli, sean del Tottenham y Pochettino también abogue por un fútbol más de toque.
Otras veces ha tenido Inglaterra más talento pero ahora aprovecha sus armas al máximo y se ha encontrado
La selección inglesa quiere dar una imagen de modernidad con su nueva hornada pero sus recursos son clásicos
con un camino libre de potencias. Son, en su mayoría, representantes de una nueva hornada pero clásicos en su ejecución. Es el caso del primer goleador de ayer, el otro Harry del equipo, Maguire. El defensa del Leicester, de 25 años y 1,94 metros, logró ante Suecia estrenarse como realizador internacional, en su décimo partido. Un futbolista nuevo que hizo lo de siempre en el país, marcar de cabeza y después de un saque de esquina. En otras acciones similares también estuvo en la pomada. No pareció afectarle el que José Mourinho le criticara hace unos días acusándole de teatrero.
Una mezcla curiosa entre la novedad y la eternidad, las caras poco conocidas y los recursos de siempre, la modernidad y la tradición. Como si todo se resumiera en la vestimenta de Southgate y su elegante chaleco. Parece un caballero inglés pero no uno del siglo XIX sino del XXI. Hasta el punto que en las islas se está disparando la venta de chalecos. Como el próximo domingo Inglaterra levante el trofeo se van a agotar las existencias.
Nadie esperaba que el verano fuera a ser inglés como tampoco nadie preveía que el seleccionador tuviera recorrido tras asumir el cargo en su momento como interino. Sin expectativas y sin presión los británicos van quemando etapas y han trabajado bien para llegar a la tercera semifinal de su historia (una por generación, 1966, 1990 y 2018), muy pocas para todo lo que han aportado al juego. Pero ahora quieren vivir su momento. No en vano se impusieron en el último Mundial sub-20 y también en el sub-17. Llegados a este punto y ¿si consiguen el triplete?