Ingleses de poco brillo y buen destino
Los ingleses, maestros de la producción nostálgica, llevan medio siglo recordando la victoria en el Mundial de 1966, su único éxito en el gran escenario internacional. Poca cosa para los inventores del juego y propietarios de la liga más popular del mundo. Inglaterra ha pintado menos de lo que debería antes y después de aquel torneo, disputado en terreno británico y presidido por las figuras europeas: Bobby Charlton, Eusebio y el jovencísimo Beckenbauer. Aquel Mundial recordó en muchos aspectos al que ahora se juega en Rusia. Ningún equipo suramericano alcanzó las semifinales. Fracasó Brasil, eliminada en la primera ronda. Como ahora, se dijo entonces que el fútbol giraría inevitablemente hacia el lado atlético. En términos futbolísticos, fue un Mundial casi tan malo como el actual, otro dato que invita al optimismo inglés.
La victoria sobre Suecia en los cuartos de final fue merecida. El mejor partido de Inglaterra en el Mundial, menos por la escasa brillantez del juego que por las mediocres actuaciones anteriores. Al sencillo tránsito por la primera fase –Panamá y Túnez figuran entre los peores equipos del torneo– le siguió la derrota con Bélgica, un duelo veraniego con un ejército de suplentes en el campo. Los dos equipos estaban clasificados. En los octavos, Inglaterra y Colombia protagonizaron un esperpento. Se decidió en la tanda de penaltis, resuelta por primera vez en la historia de los Mundiales a favor del equipo inglés. Otro dato que merece interpretarse como una señal del destino.
No se puede atribuir a los ingleses la exclusiva del mal fútbol. Argentina, España, Portugal
Inglaterra tiene más razones para jugar bien que para hacerlo mal, pero el equipo no acaba de encontrarse
y Alemania se han estrellado, irreconocibles en algunos momentos de la competición. A pesar de su discreto despliegue, el caso inglés no es el de un equipo sin recursos. Todo lo contrario. Es un equipo joven, con una colección de buenos jugadores y un excelente banquillo, mal aprovechado hasta ahora. Tiene más razones para jugar bien que para hacerlo mal, pero el equipo no acaba de encontrarse. Le sobran mediapuntas, le falta un buen armador y un interior competente. Por desgracia, le cuesta encontrar a Kane, un problema serio porque es el mejor futbolista del equipo.
Southgate es aclamado ahora como el nuevo Alf Ramsey, el técnico que dirigió a Inglaterra en el 66, aunque el equipo pide a gritos una mejor conducción, a pesar de los avances con respecto a anteriores ediciones. Hay un cierto aggiornamento, relacionado con el éxito de Pep Guardiola en el Manchester City. El portero juega más en corto que en largo. Stones, central del City, oficia de líbero para mover la pelota con más criterio. Se adivina una conveniente ligereza en los futbolistas. Son señales de un cambio conveniente. No son las que han llevado a Inglaterra a las semifinales. Las ha alcanzado sin ningún brillo.