La crisis del Brexit aboca al Gobierno de May al caos
Dimiten los ministros euroescépticos Boris Johnson y David Davis
El volantazo de Theresa May en favor de un Brexit blando ha acabado teniendo un alto coste para la primera ministra. Ayer se produjeron en su Gabinete dos dimisiones de mucho peso: la del titular de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, y la del ministro para el Brexit, David Davis.
Como un equipo de fútbol que cambia de entrenador cuando parece abocado al descenso, o una selección que prescinde del suyo en vísperas del Mundial, el Gobierno británico ha cambiado de gestión ante la inminencia irrevocable del desastre de la ruptura con Europa. A falta de sólo ocho meses para la fecha de salida (29 de marzo del 2019), la Administración de Theresa May ha dado un volantazo hacia el más blando de los Brexit, y en la cuneta se han quedado ya dos de sus principales ministros, Boris Johnson y David Davis (reemplazados por Jeremy Hunt, hasta ahora de Sanidad, y Dominic Raab, de Vivienda).
La “emboscada” de Chequers ha tenido las consecuencias inevitables de la división y el mal rollo que reinan no sólo en Whitehall, sino en el conjunto del país, desde que Cameron tuvo la funesta decisión de convocar el referéndum. La reacción del ala dura del Brexit se coció a cámara lenta y a lo largo de cuarenta y ocho horas, como un buen estofado, pero al final el guiso quedó como decía la receta.
Un día u otro tenían que chocar los dos trenes que iban en direcciones contrarias por la misma vía, porque la visión minimalista del Brexit que tienen el mundo de los negocios y la mayoría del Parlamento no tiene nada que ver con la maximalista de siete u ocho ministros del Gobierno (entre los que figuraban Johnson y Davis) y varias decenas de diputados (no se sabe exactamente cuántos, pero alrededor de unos cuarenta). El precario equilibrio, propio de un trapecista de circo ruso, se mantuvo sólo hasta que Theresa May tomó partido por el primero de esos bandos, presionada por el empresariado. En las últimas semanas, compañías como Airbus, BMW y Jaguar Land Rover han amenazado con la cancelación de inversiones por valor de más de cien mil millones de euros y la desaparición de otros tantos o más puestos de trabajo.
Primero dimitió Davis, el “entrenador” del Brexit, el hombre que negociaba los términos de la salida británica, aunque en Westminster circulaba el chiste de que pasaba más tiempo amenazando con marcharse que hablando con su homónimo de la UE, Michel Barnier. Su sustituto, Dominic Raab, es un abogado que en el referéndum hizo campaña contra la permanencia, pero es pragmático y acepta la línea May. Tiene un cinturón negro de judo, que seguramente va a necesitar a la hora de lidiar con Bruselas.
Dicen sus amigos que Davis decidió abandonar el barco el domingo en el Gran Premio de fórmula 1 de Silverstone, cuando Sebastian Vettel le ganó la carrera a Lewis Hamilton, y lo interpretó como una señal de la supremacía alemana en la UE y la manera en que impone sus intereses y su visión a los del Reino Unido. Sea como sea, anunció la diaún misión a la 1 de la madrugada del lunes, alegando que el Brexit no iba por el camino que a él le gustaba y los votantes habían decidido, que “los acuerdos de Chequers equivalen a seguir por lo menos dentro del mercado único y la unión aduanera”, y que todavía tiene que venir el tío Paco (la UE) con las rebajas. Es decir, que a su juicio Londres hará más concesiones. Lo cual es probablemente cierto, porque ya se especula con un trato preferencial a los trabajadores del continente, que no será exactamente libertad de movimiento, pero se aproximará. Para la Comisión Europea, “las dimisiones de Davis y Johnson no son un problema, y seguiremos negociando de buena fe”. “Los políticos van y vienen, pero los problemas que ellos crean permanecen”, escribió en un tuit el presidente del Consejo, Donald Tusk, informa Jaume Masdeu desde Bruselas.
Una vez que Davis había decidido
DAVID DAVIS
Se va “porque el plan de May significa que nos convertiremos en vasallos de Bruselas”
BORIS JOHNSON
Dice que “el sueño del Brexit ha terminado” y es reemplazado en el cargo por Jeremy Hunt
saltar, la presión sobre Johnson para hacer lo propio fue enorme, de otro modo habría renunciado en la práctica a portar el estandarte del euroescepticismo y disputar el liderazgo conservador si se produce una vacante. Fiel hasta el final a su nulo sentido de la diplomacia a pesar de haber sido el ministro de Exteriores, comentó en privado que “a la mierda no se le puede sacar brillo” (en referencia a los acuerdos de Chequers), y no se presentó en una cumbre sobre los Balcanes que tenía que presidir, dando pie a especulaciones sobre su salida. En una dura carta de dimisión, dijo que en conciencia “no podía apoyar un semi-Brexit que convertiría a Gran Bretaña en una colonia de la UE. El sueño ha terminado”.
May había desafiado a los partidarios del Brexit duro a marcharse si no querían asumir la responsabilidad colectiva de la decisión del Gobierno, y dos de los pesos pesados lo han hecho ya, sin que se descarte que otros les sigan. En una comparecencia en los Comunes, la primera ministra –que fue recibida con vítores por parte del sector moderado de su partido– agradeció el “papel vital de Davis a la hora de sacar adelante la legislación del Brexit” y “la pasión de Johnson promocionando una Inglaterra global”.
En cambio no hubo gritos de entusiasmo ni aplausos unas horas más tarde, cuando se enfrentó al grupo parlamentario tory para explicar su decisión de un Brexit tibio y fue sometida a un tercer grado por los euroescépticos. El cabecilla de los disidentes, Jacob Rees-Mogg, comentó que “el puesto de May no corre un peligro inminente”, pero alimentando la amenaza de un desafío a su liderazgo. Para ello harían falta las firmas de 48 diputados conservadores, y nadie sabe a ciencia cierta si hay tantos dispuestos a jugar a la ruleta rusa en un momento tan delicado. Porque la consecuencia sería una moción de censura a la premier, que en estos momentos parece difícil que prosperara en el pleno de la Cámara, pero vaya usted a saber (tampoco estaba previsto que la de Pedro Sánchez fuera a tener éxito). Y a partir de ahí, guerra declarada en el partido del Gobierno y la posibilidad de unas elecciones generales que podría ganar el laborista Jeremy Corbyn.
El gran problema de los talibanes del Brexit es que en el Parlamento carecen de mayoría, y esa aritmética no va a cambiar. May lo sabe y juega con ello.
THERESA MAY
Fue aplaudida en los Comunes cuando dio cuenta de las renuncias de sus ministros