El factor humano ha vuelto
EL factor humano es esencial en política. Posiblemente no resulte decisivo, pero constituye un elemento imprescindible. Sin una mínima capacidad de seducción sobre los adversarios, no es posible abordar las cuestiones peliagudas. Pedro Sánchez y Quim Torra tuvieron un primer contacto en el palco de los Juegos del Mediterráneo de Tarragona, donde empatizaron lo suficiente como para saber que su encuentro en la Moncloa no sería un desastre. La comparecencia de la vicepresidenta Carmen Calvo en el Congreso la pasada semana, donde le respondió a Joan Tardà (ERC) que en esta reunión se podría hablar de todo (“sin cortapisas”), sirvió para ratificar la voluntad de diálogo del Gobierno.
Tanto Sánchez como Torra certificaron que la conversación había sido muy franca. Dos horas y media dan para casi todo. El presidente catalán le dijo que no renunciaban a la autodeterminación, y el presidente español le respondió que su apuesta era el autogobierno y que estaba dispuesto a poner de su parte para solucionar cuestiones como la insuficiente financiación, el déficit de infraestructuras o la protección de la cultura catalana. Hablaron de los políticos presos (y de los expatriados), y Sánchez le recordó que el acercamiento había sido una de las primeras medidas de su Gobierno. De las diferencias se pasó a los puntos de acuerdo, y ambos decidieron activar las comisiones bilaterales, que no se reúnen desde el 2011. Y acordaron revisar los recursos presentados por el ejecutivo de Rajoy sobre leyes catalanas. Torra añadió que podían contar con los votos soberanistas para derogar la ley mordaza o para impulsar iniciativas sobre memoria histórica.
El clima era tan franco que Sánchez llevó a su invitado a conocer la fuente del recinto donde Antonio Machado (uno de los poetas preferidos del president) se citaba a escondidas con su amante Pilar de Valderrama. Y en ese contexto se intercambiaron los números de móvil.