La diplomacia de la ratafía abre una nueva vía
Aamer Anwar, el elegante abogado de Clara Ponsatí, pasó por la Universitat Catalana d’Estiu y ha dejado un titular prémium: “Negociar con España mientras haya presos y exiliados es como negociar con un gángster”. ¿Lo dijo para definir la reunión de la Moncloa, con un encuentro que, en un país obsesionado por las retransmisiones, fue en diferido, quizás por miedo a que Sánchez o Torra enseñaran sus pezones en directo? Hace unos días Corea del Norte también acusó a EE.UU. de actuar como un gángster en las negociaciones para rebajar la amenaza nuclear. El retorno del concepto gángster coincide con el reestreno de El padrino, un clásico que ha sustituido a la Biblia como faro moral de cabecera. Durante el rodaje, Marlon Brando exigía a los otros actores que llevaran sus réplicas pegadas al cuerpo porque él era incapaz de memorizarlas. Y se bajaba los pantalones para liderar una competición de bromas tan discutibles como que, en modo momia, Franco lo vuelva a petar.
TV3 suele entrevistar al jefe de la oposición cuando se forma gobierno. El president Quim Torra ha formado gobierno, pero no recuerdo (puede que se me haya escapado) que Inés Arrimadas haya sido entrevistada en TV3 con los honores que requiere el cargo. Ella insiste en no reunirse con Torra mientras el Palau de la Generalitat mantenga el lazo amarillo, pero no sé si la ausencia de entrevista institucional con Arrimadas es cuestión del entrevistador o del entrevistado. En la galaxia Ciudadanos, Manuel Valls sigue con su prospección de combustibles fósiles con vistas a una lista que sea al mismo tiempo unitaria y personalista. Es una cuadratura del círculo que imita otros experimentos que confirman que cuanto más rara parece una candidatura, más posibilidades tiene de ganar. Recomiendo a Valls que haga como la alcaldesa Colau y hable de su pasado sexual y de cuántas relaciones homosexuales, heterosexuales o amb folre i manilles ha tenido.
Los mejores intérpretes del encuentro entre Sánchez y Torra no acaban de averiguar el significado de los libros y la ratafía, que era una de los licores preferidos de Jacint Verdaguer. Pero se intuye que la concordia y la franqueza bilateral manifestadas ayer, interpretadas con un rigor legítimamente asimétrico, serán saboteadas por las aficiones de cada bando. La agenda es vulnerable y ha situado en el horizonte el aniversario de los atentados del 17-A como primer test de estrés institucional. Ojalá recuerden de qué indigna manera se instrumentalizó el dolor colectivo durante la manifestación contra los atentados (el 26-A). Y que no repitan el mismo error. Aunque para memorizar sus réplicas más constructivas se las tengan que pegar al cuerpo.
Se reestrena la película
‘El padrino’ y vuelve la palabra ‘gángster’