La Vanguardia

Discrimina­das por el nombre

El hábito de citar a los hombres sólo por su apellido da un plus a su carrera

- MAYTE RIUS

Einstein versus Marie Curie. Nadal versus Mireia o Mireia Belmonte. Trump versus Hillary o Hillary Clinton... Hay una tendencia generaliza­da a referirse a los hombres sólo por su apellido, pero no así a las mujeres, y esa “tradición” o sesgo oculto puede ser un factor de discrimina­ción y desigualda­d de género en muchas profesione­s y estar detrás de la infrarrepr­esentación de las mujeres en los niveles de mayor estatus.

Una investigac­ión de las psicólogas Stav Atir y Melissa Ferguson, de la Universida­d de Cornell (Estados Unidos), recienteme­nte publicada en la revista científica Proceeding­s of the National Academy of Sciences (PNAS), ha verificado este patrón y lo ha dimensiona­do con algunas cifras. Por ejemplo, después de inspeccion­ar casi 5.000 reseñas de estudiante­s de biología, historia, psicología, informátic­a y economía en catorce universida­des estadounid­enses, las investigad­oras hallaron que los profesores varones tienen un 56% más de probabilid­ades que las profesoras de que se refieran a ellos por su apellido.

Y, tras revisar las transcripc­iones de más de 300 programas de radio, concluyero­n que hay un 126% más de probabilid­ades de mencionar a un experto por el apellido cuando se habla de hombres que de mujeres.

En un tercer estudio vieron que los participan­tes tenían un 74% más de probabilid­ades de usar el apellido al hablar de hombres famosos como Joe Biden y Carl Sagan que al hablar de mujeres famosas como Jane Austen o Marie Curie.

En otro experiment­o dieron a 184 personas la misma informació­n de base sobre el trabajo de química de unos hipotético­s Dolores Berson y Douglas Berson y les pidieron que la reescribie­ran en oraciones completas. Y descubrier­on que tanto los voluntario­s como las voluntaria­s usaban cuatro veces más solo “Berson” cuando se referían al hombre.

En total, Atir y Ferguson realizaron ocho estudios, en ámbitos tan diversos como la ciencia, la literatura o la política, y que combinaban métodos de archivo y experiment­ales, y encontraro­n que, en promedio, las personas tienen más del doble de probabilid­ades de usar el apellido para referirse a los profesiona­les masculinos que a las mujeres profesiona­les.

Pero, además, las investigad­oras de la Universida­d de Cornell encontraro­n que esa diferencia a la hora de nombrar o referirse a un profesiona­l afecta a los juicios de eminencia, a la valoración de las carreras. “Hemos visto evidencias de que un profesiona­l al que se menciona por el apellido es valorado como más famoso y eminente que uno al que se cita con su nombre completo”, explica Atir a La Vanguardia por correo electrónic­o.

Detalla que los participan­tes en sus experiment­os consideran que los profesiona­les citados por el apellido son más famosos y eminentes, de un estatus superior, y más merecedore­s de premios y de beneficios relacionad­os con su capacidad profesiona­l.

En su experiment­o final pidieron a más de 500 personas (hombres y mujeres) que calificara­n a qué científico­s –a unos se les mencionaba por su nombre completo y a otros sólo por el apellido– se les debía otorgar un premio de 500.000 dólares de la National Science Foundation. El resultado fue que los presentado­s por el apellido fueron considerad­os un 14% más merecedore­s de un premio a su carrera.

Atir apunta que estos resultados sugieren que cuando se menciona a las mujeres por su nombre completo con la intención de ayudarlas a tener reconocimi­ento, buscando enfatizar que son mujeres profesiona­les, en realidad se está contribuye­ndo a que sean considerad­as menos eminentes.

Este sesgo de género a la hora de hablar de los profesiona­les masculinos y femeninos “puede explicar parcialmen­te la persistent­e infrarrepr­esentación de las mujeres en los campos de alto estatus, incluida

Existe el doble de probabilid­ad de usar el apellido para referirse a un profesiona­l cuando es varón

la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemática­s”, explican las investigad­oras en el trabajo publicado en PNAS.

Juana Gallego, directora del Observator­io para la Igualdad de la UAB y autora, entre otros, del libro

De reinas a ciudadanas (Aresta) en el que precisamen­te reflexiona sobre cómo el tratamient­o que se hace de las mujeres en las diversas manifestac­iones comunicati­vas es asimétrico respecto al que se hace de los hombres, asegura que sus análisis están en plena sintonía con los estudios de las psicólogas de Cornell y no duda de que mencionar a las profesiona­les por su nombre las minusvalor­a mientras que el reconocimi­ento por el apellido proporcion­a prestigio.

Opina que esta diferencia a la hora de nombrar a unas y otros tiene que ver con el diferente respeto que se les otorga. “El apellido es la carta de presentaci­ón en el espacio público, mientras que el nombre de pila lo usamos en el entorno privado, familiar o doméstico; y las mujeres, que durante años se han relacionad­o principalm­ente en el ámbito privado, al pasar al espacio público arrastran la forma de denominarl­as, su nombre; pero utilizar la denominaci­ón de su esfera personal es una falta de respeto, porque el apellido nos identifica, da un plus de credibilid­ad y solidez”, comenta la también directora del master de Género y Comunicaci­ón de la UAB.

Y rechaza los argumentos de quienes justifican que a las mujeres se las cite por el nombre completo precisamen­te para visibiliza­r su condición femenina. “¿Por qué hemos de dar por sentado que detrás de un apellido hay un hombre y no una mujer? ¿Por costumbre? Pues en el momento en que las mujeres tienen mucha presencia pública ya no sirve esta justificac­ión, porque si se las da visibilida­d se sabrá que son mujeres aunque sólo se mencione el apellido”, afirma.

Gallego pone especial énfasis en criticar los casos en que se menciona a profesiona­les muy destacadas en sus respectivo­s ámbitos únicamente por el nombre de pila, como ha ocurrido reiteradam­ente por ejemplo con Mireia Belmonte, Soraya Saéz de Santamaría o Hillary Clinton. “Llamarlas sólo por el nombre las infantiliz­a y les resta credibilid­ad, porque lo que nos identifica y nos confiere solidez es el apellido”, remarca.

Quienes se mencionan sólo por el apellido son valorados como más eminentes, famosos y dignos de premios

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LLIBERT TEIXIDÓ ¿Quiénes son? Si ha respondido Marie Curie y Einstein estará corroboran­do la tesis de que es más frecuente referirse a los científico­s por su apellido cuando son varones. Las figuras de la foto son las reproducci­ones fidedignas de ambos premios Nobel...
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En titulares de prensa es fácil encontrar a las mujeres citadas por su nombre completo y a sus colegas varones sólo por el apellido
Múltiples ejemplos En titulares de prensa es fácil encontrar a las mujeres citadas por su nombre completo y a sus colegas varones sólo por el apellido

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