El Raval pide unidad de acción contra los narcopisos
Un centenar de entidades del barrio se conjuran para acabar con el fenómeno de la droga y rechazan que se use como arma política
Representantes de un centenar de entidades del Raval se congregaron ayer en la escalinata del patio interior del Antic Hospital de la Santa Creu para escenificar que emprenden una nueva cruzada vecinal contra los narcopisos. A su lado –como se puede apreciar en la fotografía de Xavier Cervera–, justo debajo de las escaleras, un grupo de tres personas esperan en el suelo que la droga les consuma.
Esa es la imagen del Raval, un barrio que en los últimos años se marchita también por culpa del tráfico de drogas. El fenómeno de los narcopisos esparce el consumo por el barrio, golpea la convivencia entre sus vecinos, y estos han decidido tomar cartas en el asunto. Un total de 97 entidades del Raval han suscrito un manifiesto en el que se conjuran para acabar con un fenómeno que va camino de “enquistarse si no se actúa de manera inmediata”, tal y como avisaron ayer. Los vecinos y entidades coincidieron en diagnosticar que los narcopisos forman parte ya de una realidad que se ha acrecentado en el último año alentada por la facilidad con la que los traficantes encuentran y ocupan pisos vacíos para habilitarlos como lugar de venta y consumo, y por una estrategia municipal infructuosa para frenar la proliferación de estos espacios. Uno de los portavoces atribuyó la eclosión de los narcopisos en este último año a la falta de coordinación entre Mossos y Guardia Urbana, condicionada por la aplicación del 155, que, a su entender, ha mermado su capacidad de actuación. “Todo el mundo hace lo que puede”, se resignaban ayer sin señalar a nadie. “El Ayuntamiento solo no puede hacer nada; por eso nos pondremos todos a ello”.
Los firmantes llevan tiempo siendo conscientes de la problemática, pero lo que ha acelerado la inclusión de todos ellos bajo el paraguas de un documento ha sido el temor a que la política en año preelectoral utilice el tráfico de drogas en el Raval como arma arrojadiza, que desemboque en soluciones simplistas y apresuradas que no ataquen la raíz del problema. La mayoría de los puntos del manifiesto va encaminada a pedir unión a los partidos políticos en torno a esta cuestión. Reclaman “la búsqueda de acuerdos unitarios que faciliten la resolución del conflicto, dejando al Raval fuera de la confrontación política partidista”, y prosiguen con dos peticiones para que la lucha contra la droga se haga desde diferentes instancias. Piden que Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno del Estado “movilicen todos los recursos necesarios para prevenir y erradicar esta situación”.
Para los más antiguos del lugar, la situación que atraviesa el Raval es una más de una larga historia de contratiempos y fenómenos que cada cierto tiempo afloran en un barrio con profundas desigualdades y que se convierte, como dijo un portavoz, en “una situación rara, ya que se encuentra en el centro de la ciudad”. Ya han pasado por esto, como recordaban ayer.
El Raval ya no es un gueto, como aquel de inicio de los ochenta en que no había vivienda digna, “ha mejorado mucho”; luego vino el problema de la prostitución, la pederastia, el yihadismo que, sin embargo, sus vecinos lograron doblegar. Ahora todos, de nuevo, se vuelven a unir para reclamar soluciones en contra de los narcopisos, otro de los problemas que van camino de engrosar esta deprimente lista de fenómenos surgidos en el Raval.