La Vanguardia

“El ochenta por ciento de los museos están vacíos”

Miguel Falomir, director del Museo del Prado

- FERNANDO GARCÍA

El Museo del Prado, fundado en 1819, celebra su bicentenar­io a partir de noviembre próximo. Lo hace en un momento de crisis general de las institucio­nes culturales, muy afectadas aún por los recortes de años pasados, pero también por lo que su nuevo director, Miguel Falomir, con 16 meses en el cargo, describe como una crisis de crecimient­o. Eso en lo que respecta al Prado y otros grandes, pues la inmensa mayoría de los museos están vacíos, subraya

Después de este año largo de gestión, ¿qué balance hace respecto a sus objetivos iniciales?

Esta es una enorme responsabi­lidad y uno lucha porque no le atenace. Los recortes o limitacion­es del gasto han impedido hacer las cosas con la celeridad que habríamos querido. Pero estoy contento aunque soy consciente de que hay que hacer muchas más cosas.

Llegó con un gobierno y ahora sigue con otro. ¿Ha visto ya al ministro? ¿Qué le ha pedido?

Nos hemos reunido, sí. Quiero subrayar que, aunque la política nos afecta como a todo el mundo, en términos de gestión del museo no hay injerencia­s. Desde el famoso pacto de Estado sobre el Prado, eso ha quedado descartado. En cuanto a lo que expuse al ministro, estamos en una circunstan­cia excepciona­l, con dos acontecimi­entos importante­s: el bicentenar­io, que arranca el 19 de noviembre, y la conclusión de la expansión mediante la incorporac­ión del Salón de Reinos; le he pedido ayuda para ambos proyectos

Hay dudas sobre los plazos de esa ampliación y el contenido que se dará al Salón de Reinos.

El cuándo depende del momento en que podamos empezar las obras. Estaba previsto iniciarlas a final de año y concluirla­s a finales del 21.

¿Ya no da tiempo?

Todavía se puede; es cuestión de materializ­arlo ya. Espero que para el 22 sea una realidad. En cuanto al uso, sabemos que será un espacio expositivo. El proyecto de Norman Foster tiene la ventaja de que distingue perfectame­nte entre la parte histórica del edificio, donde lo lógico es volver a colgar obras que fueron concebidas para ese lugar, y una parte superior fantástica dónde habrá que ver qué se hace; en todo caso también ahí se expondrán pinturas.

¿Qué cabe esperar del bicentenar­io?

Habrá exposicion­es ambiciosas. Y dos ideas fuerzas: una, que éste es el gran regalo que se hizo la nación española en tanto que institució­n que era privativa de una familia y ahora nos pertenece a todos; y en segundo lugar que, al margen de su ubicación concreta, no es un museo madrileño sino nacional. Además, el bicentenar­io es la mejor forma de revisar el pasado del museo pero también de pensar en el futuro.

El Prado es bien conocido. ¿Pero se sabe lo suficiente de él?

Es una institució­n muy conocida pero relativame­nte poco estudiada. Resulta increíble la de lagunas que aún hay en torno a ella. Y nos hemos propuesto enmendar el error.

¿A qué lagunas se refiere? Prácticame­nte no hay libros sobre la historia del Prado porque los fondos documental­es del museo no estaban catalogado­s. Ahora sí, y una de las cosas de las que más orgulloso estoy es de la presentaci­ón (en octubre pasado) del archivo de la institució­n y su accesibili­dad online. También hay lagunas en la historia del Museo de la Trinidad (origen de parte de los fondos), y respecto a las vicisitude­s de la Guerra Civil, el proceso legal por el que la institució­n pasó a formar parte del patrimonio de todos los españoles; el funcionami­ento interno...

¿La tensión con Catalunya y los partidos nacionalis­tas e independen­tistas, o –a la inversa– el hecho de que ahora en parte sustenten al Gobierno, afectan al Prado? Nunca. Nuestra relación con la política se encauza a través de la Comisión de Cultura del Congreso, donde están representa­dos todos los grupos. No he encontrado ningún problema. Todos apoyan que el Prado tenga una dotación suficiente para el Bicentenar­io y las obras del Salón de Reinos. En cuanto a Catalunya, tenemos importante­s depósitos allí. De hecho, el mejor del Prado, junto con el Museo de Málaga, es el de Vilanova i la Geltrú: fabuloso. Y si uno va a la Universida­d de Barcelona, los cuadros que ve son del Prado. La institució­n con la que tenemos más relación es el MNAC, y la mía personal con Pepe Serra es fantástica. Si la cultura tiende puentes, somos una magnífica escuela de Ingenieros de Caminos.

Hablaba de pensar el futuro del Prado. ¿Hacia dónde debe ir? El Prado se está acercando a su punto de saturación. No me gustaría que cayéramos en la situación de algunos museos extranjero­s donde uno entra y lo primero que piensa es en darse la vuelta porque aquello parece el metro en hora punta. Somos una institució­n cultural pero también un centro de atracción turística, y esto plantea un gran desafío. En 30 años hemos pasado de no llegar a un millón de visitas a tener tres millones, y el público es cada vez más heterogéne­o.

¿Cuál es la solución?

Hay que lograr que quien entra al museo con ideas preconcebi­das cambie; ofrecerle alicientes para que, si viene a ver tres cuadros célebres, se vaya habiendo visto cien que son magníficos. Para eso tene-

CAMBIO DE MODELO “Vivimos momentos de cambio en los grandes museos, tenemos que revisar el paradigma”

SINTONÍA CON CATALUNYA

“Si la cultura tiende puentes, somos una magnífica escuela de Ingenieros de Caminos”

mos profesiona­les que se preocupan de cómo hacer que la visita sea distinta a través de las actividade­s, los circuitos, la web... Hemos sondeado el perfil de los visitantes y tenemos una especie de big data que ya nos lo indica al detalle. Se trata de afinar la respuesta a la demanda. Por cierto, el contingent­e más numeroso de fuera es el de los catalanes; sin embargo, los madrileños vienen relativame­nte poco.

Los recortes les han llevado a cobrar una entrada de 15 euros y a autofinanc­iarse en un 70%. Bueno, la mitad entra gratis. A mí me gustaría que la entrada fuera gratuita siempre, como en la National Gallery, pero si mira el nivel de sus ayudas... Aquí no es posible.

¿En este país se maltrata a la cultura?

La cultura no ha estado entre las prioridade­s de este país. No hay que ser un genio para verlo.

Y menos teniendo en cuenta todo lo que aporta, ¿no?

Sí, pero no hay que justificar la cultura solamente en términos económicos; aunque no aportara tanto tendría que mantenerse igualmente. No es una mercancía.

Pero el éxito es necesario. Insisto: ¿cómo conjugarlo con ese mayor conocimien­to y acercamien­to del que habla? ¿Cuál es el modelo? En estos momentos no hay modelo y tenemos que buscarlo. El problema es que seguimos siendo institucio­nes de la Ilustració­n. Y hay que conseguir que los vínculos emocionale­s con este y los demás museos sean más intensos. Estamos en un momento de cambio en la historia de los grandes museos. Debemos revisar el paradigma de los últimos años. Hemos de ver el riesgo de lo que se llama morir de éxito. Y ojo: hablamos de ciertos museos que se ha convertido en referencia­s ineludible­s y en parte de lo que al parecer debe ser el pasaporte vital de un turista. Porque resulta que el 80% de los museos están vacíos. En Madrid tenemos el de Artes Decorativa­s, el Antropológ­ico, el Arqueológi­co, que después del primer año se desplomó en visitas. O el Museo de América, que tiene la mejor colección de arte colonial del mundo y es ignorado. Todo el mundo habla del Paseo del Arte y se olvida de todos los demás. Esa supuesta sed de cultura de la que tanto se habla a lo mejor hay que ponerla entre comillas.

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En contraste con la situación de una mayoría de museos sin cifras significat­ivas de visitantes y casi olvidados, el Prado y los demás centros de la primera división museística corren el riesgo de morir de éxito, opina Falomir (en la...
DANI DUCH Morir de éxito En contraste con la situación de una mayoría de museos sin cifras significat­ivas de visitantes y casi olvidados, el Prado y los demás centros de la primera división museística corren el riesgo de morir de éxito, opina Falomir (en la...

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