Los ángeles de Anish Kapoor
En su exposición en Oporto el escultor indo-británico se mimetiza con el parque de Serralves y dialoga con los pájaros
En su Bombay natal, el escultor Anish Kapoor veía todos los días a un hombre que en una esquina de la calle atraía cuervos, que iban hacia él por centenares y que ahora invoca como trasuntos de los ángeles que comunican el mundo visible con el invisible. Esa evocación de la infancia del creador es la base de El lenguaje de las aves, una de las obras de Kapoor que, en su primera muestra individual en Portugal, se exponen desde el viernes y hasta enero en los jardines de la Fundación Serralves, bajo el patrocinio de la Fundació La Caixa y en diálogo con el esplendoroso paisaje de este paraje declarado monumento nacional portugués. El escultor indo-británico también enseña decenas de maquetas de sus características obras de gran tamaño, como la que creará en los próximos meses en el propio parque de Serralves, una ola de tierra.
Durante la presentación para la prensa de la exposición Anish Kapoor: obras, pensamientos y experiencias, el propio escultor grababa con su teléfono mientras Pedro Henriques, llamador de pájaros, profería extraños ruidos en uno de los confines del bosque, con vistas hacia un prado con caballos y vacas, desde el pedestal con escaleras de El lenguaje de las aves. Aunque se estima que hay unas cuarenta especies distintas en esta época del año en este parque de 18 hectáreas, el viernes no apareció ningún pájaro. “Que vengan o no, no importa, lo importante es lo que Pedro está haciendo”, explicó Kapoor. Pedro Henriques, reclutado para la exposición con la colaboración de sociedades ornitológicas, se subirá cada domingo al pedestal, inspirado en el minarete de la gran mezquita de Samarra, con el que Kapoor rinde tributo a sus orígenes iraquíes maternos, según confesó, tras comentar que la obra refleja “el ideal chamanístico de nuestra especie, de intentar comunicar con otras especies. Creo que el artista tiene esa cualidad de abordar cuestiones intocables y me gusta esa idea”. En este sentido señaló que “los pájaros mantienen una fuerte asociación con otros seres, son una especie de ángeles, seres del mundo visible e invisible. Esta idea de llamar a los fantasmas es lo que representa la obra”.
La del llamador de pájaros como la obra viva de su exposición en Oporto surgió de la visita que efectuó en enero para recorrer el parque de la Fundación Serralves por primera vez, cuando, según explicó la comisaria de la muestra, Suzanne Cotter, decidió no usar la parte central, la situada delante de la casa art déco, por considerarla demasiado bonita para intervenir sobre ella. Escogió otras localizaciones, como la más intimista del jardín del reloj de sol, donde instaló la obra Espejo del cielo, una de sus características esculturas cóncavas de grandes proporciones, que reflejan lo que les rodea, con diferentes perspectivas según sea la posición del observador. Aquí emerge en toda su plenitud el diálogo de Kapoor con el parque de Serralves, a través de las ramas de los árboles que, después de la complicada colocación de la pieza, se proyectan sobre la obra para integrarse en ella como una parte esencial.
Del mismo modo que en el espejo gigante el escultor invita a contemplar el cielo, en La bajada al limbo propone exactamente lo contrario, a través de una mirada hacia el interior de la tierra y de la propia persona. “Estoy interesado en la idea de los objetos raros, no agradables”, declaró Kapoor el viernes. Esta predilección se plasma en esta obra, que es un cubo ubicado en medio del césped, al que los visitantes tienen que entrar en pequeños grupos, para colocarse cerca de las paredes y contemplar el agujero negro del interior, con el que el escultor expresa la “idea de hundirnos en la oscuridad de nosotros mismo”. “Estoy hablando de Dante y de la imagen bíblica de Cristo descendiendo al limbo. Esta obra es un vacío palpable, crea un centro en el suelo, donde te detienes, puedes saltar y desapareces para siempre”, señaló.
En la conversación con Kapoor, tanto en el recorrido por el parque como en su comparecencia final ante su espectacular Cuerpo seccional preparándose para una singularidad monádica apareció la inevitable cuestión del gran tamaño de sus obras, sobre la que afirmó que “la escala no sólo es una cuestión de tamaño, es una cuestión de significado”. Esa idea se plasmará en la ola gigante de tierra, pendiente de instalar, que se podrá ver a partir de octubre.
“Estoy interesado en la idea de los objetos raros, no agradables”, declara el artista nacido en Bombay